Primero estuvo el carácter exageradamente amplio de la convocatoria, con casi 120 invitados. Un evento así no se lo convoca para intercambiar criterios sino para pronunciar discursos, puesto que los asistentes no tendrían tiempo ni oportunidad para exponer, replicar y consensuar.

Más importante aún fue la ausencia de gestos del régimen que demostrasen su intención de ceder en alguna de sus posturas a cambio de un acuerdo amplio: así quedó evidenciado la noche del martes, cuando el Presidente quiso manipular el feriado de Semana Santa para evitar que el Congreso Nacional sesione.

El país no quiere remedos de diálogo sino un consenso real y profundo, pero ese objetivo no se lo alcanzará mientras lo que se busque sea solo impresionar a las tribunas. ¿Estamos todavía a tiempo de corregir y de que se produzca un nuevo acercamiento entre Gobierno y oposición, esta vez sincero, que le permita al país salir del impasse en que se encuentra? El futuro del país dependerá, en gran medida, de la respuesta a esta interrogante.