Doscientos sacerdotes de la provincia se congregaron ayer en la Catedral para celebrar la Misa Crismal del Jueves Santo, que recuerda la institución del sacerdocio.

La eucaristía la presidió el arzobispo de la ciudad, monseñor Antonio Arregui, quien dio el mensaje que el Papa había enviado, la semana pasada, a las iglesias del mundo.

Dijo que el sacerdote tiene que  estar contento de su vocación y que debe ser una persona entregada a los demás.

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También les invitó a llevar una vida transparente para servir a las personas más necesitadas de sus comunidades, sin excepción.

Durante la homilía, el arzobispo recordó a los religiosos ser el “otro Cristo en las comunidades”.

Luego se realizó la bendición de los óleos catecúmenos, un aceite de oliva que se aplica a los niños antes del bautismo.

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El arzobispo bendijo el Santo Crisma, un aceite hecho de oliva enriquecido con bálsamo y óleos, que se utiliza en la ordenación de sacerdotes y en los sacramentos del bautizo y confirmación.

Después de la misa, decenas de fieles se acercaron a felicitar a los presbíteros por la labor realizada en las parroquias que dirigen.