Los filipinos conmemoraron el Viernes Santo retratando los últimos pasos de Cristo y reviviendo su crucifixión con clavos, látigos y sangre.
 
Los escabrosos rituales en varias partes del país, que tiene una fuerte presencia de la Iglesia Católica, no están aprobados por el clero como parte de la Pascua, pero se han convertido en un imán para los curiosos y devotos durante una semana de oraciones, compras y viajes.
 
Con millones de personas moviéndose por el país e iglesias repletas de fieles, las fuerzas de seguridad estaban en alerta máxima luego de que los rebeldes musulmanes juraran vengar la muerte de 22 compañeros durante el reciente sitio a una cárcel.
 
Abu Sayyaf, vinculado con extremistas de Al Qaeda y Jemaah Islamiah, una organización de radicales de la región, es un grupo pequeño que se atribuyó tres ataques con bombas a mediados de febrero y un estallido en un barco a inicios del 2004.
 
Pero sus amenazas no impidieron que miles de filipinos y extranjeros acudieran al poblado agrícola de Cutud, a 90 minutos al norte de Manila, para ver a decenas de penitentes con capuchas negras que se azotaban las espaldas descubiertas mientras recorrían el camino.
 
En una colina polvorienta, rodeados por una multitud, 11 hombres se hicieron clavar en cruces para imitar el sufrimiento de Cristo. Los clavos que atravesaron sus manos y pies eran gruesos como lápices.
 
"Me siento más ligero después de que me clavaron a la cruz. Pero mi cruz realmente era pesada", dijo Rubén Enage, que participa de este ritual desde hace 19 años, cuando su madre se curó la tuberculosis.
 
"Se necesita mucho coraje para subirse allí" dijo Matthew James, un estadounidense que se encontraba en Filipinas por motivo de negocios. "Hay mucha fe ahí".
 
En la localidad cercana de San Simón, unos 100 hombres -ancianos y jóvenes- se azotaron las espaldas con haces de palos mientras los familiares ayudaban a que la sangre fluyera, con hojas de navaja y agua.
 
"Este dolor es poco comparado con mis pecados" dijo Rubén Arriola, un pintor.
 
En otras partes, los filipinos conmemoraron el Viernes Santo en forma más tranquila, con oraciones y peregrinajes.