Kirguizistán es el tercer país de la ex URSS, luego de Georgia y Ucrania, con un Gobierno pro occidental.

El Parlamento de Kirguizistán nombró ayer como presidente interino al hasta ahora encargado de ese cuerpo legislativo, Ichengbai Kadyrbekov, luego de que la oposición se lanzara a las calles a tomarse el poder.

Los parlamentarios designaron un gobierno en funciones integrado por líderes de la oposición, entre ellos Félix Kulov, ex vicepresidente de Kirguizistán, que fue liberado de la prisión donde se encontraba desde el 2001, acusado de robo y abuso de poder.

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Los nombramientos ocurren luego de que el Presidente de esa ex república soviética del Asia Central, Askar Akayev, huyera del país.

Además, la Corte Suprema anuló las elecciones parlamentarias que desataron las protestas que tienen en crisis al país, luego de que la oposición bajó en sus escaños.

La ocupación del palacio de gobierno se realizó luego que la policía abandonó la vigilancia. Los opositores ondearon banderas kirguises desde las ventanas.

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En otras partes de la capital ocurrieron violentos enfrentamientos entre opositores y simpatizantes del presidente Akayev. Otras tres ciudades del sur también se encuentran en manos de la oposición.

Kirguizistán tiene 5,2 millones de habitantes de origen multiétnico: kirguises, uzbekos, tayikos, chinos musulmanes y coreanos.

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Aunque no tiene fronteras con Afganistán, está lo suficientemente cerca como para influir en ese país, considerando que se trata de una zona plagada de viejos conflictos interétnicos en una de las rutas del narcotráfico mundial.

Cuando Afganistán estaba controlado por el Talibán, Kirguizistán fue atacado por militantes vinculados a la red Al Qaeda, lo que hizo que el presidente kirguiso, Askar Akayev, que ha gobernado el país desde la caída de la Unión Soviética, autorizara una base de EE.UU. en su nación.