La industria paga actualmente entre 16 y 20 dólares por cada tallo del producto a los cultivadores.

Considerado como un alimento exótico y de gran valor gastronómico, el palmito es además un producto cuyas exportaciones y áreas de cultivo están en constante crecimiento en el país. Esas son, entre otras, razones para que sea uno de los ocho productos que según la Comisión Económica para América Latina (Cepal) tendrá grandes posibilidades de enfrentar la vigencia del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos.

El año pasado el Ecuador exportó 19.390,57 toneladas de palmito, es decir 9,31% más que en el 2003.

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La posibilidad de cultivar el producto todo el año y bajo condiciones climáticas óptimas, además de ser aceptado en mercados internacionales por su calidad, son las principales ventajas que tienen los productores del sector.

Pero la eficiencia no solo depende de estas condiciones. “Para mejorar es necesario el esfuerzo de los productores”, opina Efrén Ortega, administrador de la granja de la Universidad Tecnológica  Equinoccial (UTE), ubicada en el km 4½ vía a Chone,  que tiene a su cargo 12 ha de palmito.

Con un cuidado adecuado, el cultivo puede tener un buen proceso de cosecha, sin necesidad de una nueva siembra, por 10 años, cuando se requerirá solo una resiembra. Para ello –sostiene Ortega– los productores deben cumplir con labores óptimas de fertilización y mantenimiento fitosanitario, pero también deben contar con asesoría técnica.

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Los productores saben que mientras mejor es su trabajo mejor será la calidad del palmito. Así como la industria paga a los productores por calificación, ellos lo hacen de la misma forma con sus trabajadores, revela Fernando Rosero Durán, propietario de 90 hectáreas del vegetal.

El precio que pagan las procesadoras por cada tallo, según su calidad y tamaño, varía entre 16 y 20 dólares.

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Santo Domingo de los Colorados es una de las zonas importantes de  cultivo de palmito, al igual que lo son  Pedro Vicente Maldonado y Puerto Quito (Pichincha), donde  el producto tiene su hábitat. Pero el también conocido como chontaduro o pejibaye se cultiva en Esmeraldas, Manabí, Morona Santiago, Pastaza, Napo y Sucumbíos.

Más del 98% de la producción cultivada en estas zonas se dirige a la exportación, cuyos principales destinos son Francia, Argentina, Chile, Canadá y Estados Unidos.

Quienes lleguen a tener un rendimiento estable entre 7.000 y 8.000 tallos por hectárea en una extensión de al menos 40 hectáreas, podrán justificar sus inversiones y enfrentar la apertura comercial, dice Rosero. Sin embargo, Ortega cree que aún con 25 hectáreas también es posible tener iguales rendimientos.