La Conferencia Episcopal del país recibió el viernes pasado, quinto domingo de Cuaresma, a través de un fax la carta del papa Juan Pablo II, que anota su mensaje para la eucaristía de este Jueves Santo, día del sacerdocio.

El comunicado fue enviado  el 13 de marzo pasado, mientras el Pontífice se encontraba en tratamiento médico y ejercicios de rehabilitación en el policlínico Gemelli.

Juan Pablo reflexiona sobre la espiritualidad sacerdotal y dice que “en cada misa recordamos y revivimos el primer sentimiento expresado por Jesús en el momento de partir el pan, el de dar gracias”.

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Invita a los religiosos a fomentar un espíritu de gratitud por los dones recibidos a lo largo de la existencia y en particular por el don de la fe.

Indica la importancia de que los sacerdotes de todos los continentes se sientan implicados en el movimiento espiritual de la consagración del pan y vino.

“En cierto sentido el sacerdote debe aprender a decir también de sí mismo, con verdad y generosidad, tomad y bebed”, anota el documento.

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Se recalca la frase de Jesús: “Haced esto en memoria mía” para recordar a los religiosos que estas palabras “son una invitación a desarrollar una espiritualidad de la memoria”.

El Papa explica que el religioso está llamado a ser en la comunidad que se le ha confiado “el hombre del recuerdo fiel de Cristo y todo su misterio: su prefiguración en el Antiguo Testamento, su realización en el Nuevo y su progresiva profundización bajo la guía del Espíritu Santo...”.

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El documento concluye con una imploración que hace el Pontífice a la Virgen María, a la que dice presentó en la Encíclica como la Mujer Eucarística, para que vele por las personas del mundo, especialmente por los ancianos, ciegos, enfermos y los que atraviesen dificultades.