Sue Miller, inglesa de 51 años, impulsa la fundación Juconi, que crea obras para ayudar a niños de la calle.

Su mirada es profunda, intensa y delicada al mismo tiempo, y sus facciones son un poco gruesas que dan la apariencia de que está enojada. Sin embargo, cuando se presenta hacia las personas como la Baronesa de Miller, su voz transmite sencillez y cordialidad.

Sue Miller, inglesa de 51 años, es una mujer dedicada a la política en su país.
Viajó el miércoles pasado desde Gran Bretaña a Guayaquil para observar la exposición de arte que organizaron los niños de la Fundación Junto con los niños (Juconi), quienes participan de un proceso pedagógico familiar para dejar el trabajo en las calles y reinsertarse en las escuelas y colegios.

Publicidad

Esta mujer, rubia y de vestir sencillo, integra la Segunda Cámara de su gobierno local, La casa de los Lores, donde recibió el nombramiento de Baronesa, que en nuestro medio es sinónimo de congresista.

Desde ese puesto, ella junto con sus otros compañeros de su partido elaboran y contribuyen con la ejecución de proyectos relacionados con el medio ambiente y servicios en el área rural.

Una de esas labores es apoyar a la fundación Juconi, a la que el gobierno británico, a través de la mediación que realizó esta funcionaria, le ha entregado por tres años casi 200 mil dólares para que pueda realizar su programa de ayuda.

Publicidad

“Nosotros buscamos concienciar para asegurar que el gobierno británico escuche la voz de quienes no la tienen”, precisa.

Pero el ámbito político no es su principal motivación para contribuir con la niñez. Su fuente de inspiración es su hija Charlotte, quien falleció en un accidente en una playa en el Guayas, en el 2001.

Publicidad

“Ella estaba muy interesada en el arte y los niños. Y quería ayudar a quienes no tenían las facilidades para esta disciplina. Yo quise cumplir el sueño de mi hija y me dediqué a colaborar con ellos (niños)”, señala mientras baja la mirada para ocultar el rojo de sus ojos.

Luego se repone de la nostalgia y recuerda el momento que vivió con los menores de Juconi, la mañana del jueves pasado. Dice que se sintió emocionada porque “uno de los niños me mostró su trabajo y luego todos querían hacer lo mismo”.

Miller no está de acuerdo con que los pequeños trabajen en las calles. Dice que la ley de su país lo prohíbe y que únicamente es aceptable cuando ayudan a sus padres o familiares en las fincas o tiendas.

Lo más importante para Miller es que se abran las puertas para los menores que son casi nulas las esperanzas de superación y viven con limitaciones. Y un ejemplo de ello, señala, fue el día de la exposición de arte de Juconi, ya que “ellos se pudieron expresar y, además, eso es lo que más le hubiese gustado a mi hija ver”, expresa.

Publicidad