De la religiosidad popular al compromiso con Cristo

1.- El mensaje de la Palabra de Dios

Con la procesión recordamos el recibimiento triunfal que el pueblo sencillo hizo a Jesús al entrar en Jerusalén.

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La procesión de los ramos simboliza nuestra marcha alegre y decidida al encuentro de Cristo. Es una manifestación de fe: un testimonio público de que hemos aceptado el Evangelio como norma de vida y como modelo de la nueva sociedad.

La celebración de hoy nos invita a salir al encuentro del Cristo vivo, y nos compromete a hacerlo presente en nuestra vida personal, familiar, profesional y política.

2.- ¿Qué compromiso nos pide el Señor?

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La celebración de hoy resume y adentra el contenido de la Semana Santa.

La proclamación de la pasión, que es el centro de esta celebración, es una catequesis existencial. Frente a Cristo, que es el protagonista, giran y toman postura todos: los discípulos, las autoridades y el pueblo.

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Sin descuidar una catequesis bíblica y litúrgica, que facilite a los fieles a la comprensión del mensaje y el sentido de la celebración, hoy, la mejor catequesis es la proclamación de la Palabra.

Hoy, es el mismo Cristo el que habla solemnemente a su pueblo. Por eso, nosotros debemos pasar de ser meros espectadores, a ser oyentes atentos, que escuchan y aceptan la llamada del Señor al empezar las celebraciones pascuales.

La Semana Santa es un camino al encuentro pascual con el Cristo resucitado que nos pide, y nos exige, renovar las promesas bautismales, y asumir personalmente nuestros compromisos bautismales y el estilo de vida que conllevan.

3.- ¿Cuál es mi respuesta, hoy?

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El jueves, celebrando la Eucaristía, como sacramento de la fraternidad. El viernes, asumiendo la cruz del deber –trabajo, responsabilidades– como el único camino de autorrealización.

El sábado, en la Vigilia Pascual, celebrando la incorporación al Cristo resucitado, el Nuevo Adán, para vivir como hombres y mujeres renovados, renacidos.