Dos años después de la llegada de las tropas estadounidenses y británicas que derrocaron al gobierno de Saddam Hussein, aún no hay perspectivas de que puedan tener una rápida retirada.
“Es prematuro hablar de una salida. La Fuerza Multinacional es vital para la seguridad y estabilidad mientras no tengamos Fuerzas Armadas que garanticen la seguridad”, opinó Hamid al Bayati, viceministro interino de Relaciones Exteriores.
Pero la coalición internacional de 30 países que apoyó la invasión británico-estadounidense se desarticula: España, República Dominicana, Honduras, Nicaragua, Portugal y Filipinas se retiraron anticipadamente.
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Singapur, Tailandia, Nueva Zelanda, Hungría y Moldavia terminaron su mandato, mientras Ucrania y Holanda están en pleno repliegue.
Mientras, EE.UU. sufre más de 1.500 bajas, las mayores desde Vietnam.
La presencia militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) podría jugar un papel fundamental pero los europeos, poco afines a Washington, son mayoría allí.
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Además, con sus fuerzas atascadas en una guerra insurreccional, EE.UU. replantea su estrategia militar, basada hasta ahora en la creencia de victorias rápidas sin prolongados conflictos.
El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, quiere un Ejército capaz de librar guerras atípicas, enfrentar ataques contra EE.UU. y tener tecnología que cause desequilibrio estratégico.
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