La noche del jueves pasado se presentó en el Teatro Centro de Arte de la Sociedad Femenina de Cultura el ensamble francés Doulce Memorie (Dulce Memoria, en español). El público que llenó la sala pudo viajar “con su imaginación auditiva” al sur de Francia.

Allí, hace más de 500 años,  unos intrépidos “duques” de Boloña se habían atrevido a apoyar a trovadores y juglares  para que rompieran las ataduras y mordazas que había impuesto el Papado –que en esa época tenía la sede en Avignon, Francia–, decretando en 1322 que la música tenía que permanecer estable, bajo el dominio de los cánones sagrados de los cantos gregorianos. Se abolían el contrapunto y la polifonía.

Sin embargo, dichos duques, alejados de los temas religiosos empezaron a desarrollar las chansons (canciones), composiciones de una, dos y tres voces, acompañados de una serie de instrumentos nuevos para el ambiente musical de la época, como el laúd, las flautas, dulzainas, trombas y panderetas, fundando un movimiento musical conocido como el Ars Nova, que revolucionó la música francesa.

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En la primera parte del concierto, el ensamble Doulce Memoire interpretó composiciones de autores anónimos, que aun reflejaban la monotonía de la música sacra y la modorra medieval.

En la segunda parte, la explosión y el júbilo de los músicos fue mayor. Flautas y panderetas, cuerdas y voces,  dulzainas y trombas hicieron las delicias del público que seguía esa música con atenta curiosidad. Sin dudas, la expresión de esta música para el siglo XV, significaba un re-nacer,  un redescubrir la naturaleza llena de placenteros sonidos que habían sido olvidados.

En la tercera parte del programa, músicos e instrumentos, voces y sonidos expresaron una definitiva explosión de alegría,  anunciando que los muros de los castillos medievales estallaban en mil sonidos y que el vendaval de la nueva música echaba a tierra el dominio absoluto de la música sacra.

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Juglares y trovadores cantaban a la vida e invitaban a mirar la naturaleza sin culpa ni pecado. Alababan al amor y a la belleza sin miedo ni temor. Invitaban a imaginar y a pensar sin la dictadura de la Inquisición. Los textos de las canciones interpretadas con humor e ironía por el virtuoso alto Marcs Pontus,  expresaban esa algarabía de volver a nacer,  propiamente a renacer.

En pocas palabras,  presentaciones como estas enriquecen el conocimiento histórico y musical del público. Aplaudimos y felicitamos a la Sociedad Femenina de Cultura y a la Alianza Francesa por brindar estos espectáculos tan didácticos.