La inseguridad en Guayaquil está terrible, ya no hay lugar ni hora que respeten los delincuentes.

El camino al sur está desastroso: la calle Chile con sus inconvenientes de estrechez por la construcción de la metrovía, y los buseteros que no respetan su carril aprovechándose del tamaño de sus transportes, impiden la normal circulación; y cuidado al bajar el puente –confundiéndose con los comerciantes– la abordarán los “rompevidrios”, apoderándose de cuanta cosa encuentren a su alcance.

Queriendo librarme de ese “salsipuedes” para avanzar al sur, tomé la calle Boyacá llegando a la conocida Cinco esquinas, pero también hay ahí “rompevidrios”, que sorteando las cuatro filas de vehículos (dos individuos jóvenes), observan primero si van mujeres solas en un automotor –como fue mi caso– para luego romper el vidrio metiendo medio cuerpo dentro del carro, y con amenazas de disparar si una no les entrega la cartera, hacen su negocio, sobre todo los viernes.

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Realmente me siento temerosa, indefensa, sin respuesta. ¿Será que tenemos que armarnos también para poder defendernos?

María Esther Luna Jaramillo
Guayaquil