No siente remordimiento, tampoco rencor. En el interior de la estrecha sala de emergencias de la clínica Sugal, donde se encuentra asilado desde la noche del martes, Franklin Corozo aguarda la llamada del presidente de Barcelona, Isidro Romero Carbo. Quiere decirle que tiene su conciencia tranquila y explicarle que no se encontraba en estado etílico cuando tuvo el accidente automovilístico, la madrugada del lunes.

“No estaba ebrio, y si me estrellé fue por la maniobra en la calle mojada. Me pusieron positivo en el examen de alcoholemia simplemente porque me negué a someterme a la prueba”, aclara con seguridad. Sin embargo, su mirada delata tristeza. “Hasta que quede clara mi inocencia, quiero pedirle perdón a la dirigencia, al cuerpo técnico, a mis compañeros y a la hinchada por el mal momento que los he hecho pasar”.