El eje central de la nueva entidad  museística es una prisma triangular de 200 metros de largo por 13 metros de alto construida, en su mayor parte,  bajo tierra. 

Alertar contra  el peligro del antisemitismo contemporáneo es el principal objetivo del nuevo Museo Histórico del Holocausto.

La  inauguración se realiza hoy en una ceremonia que contará con la presencia de más de cuarenta líderes políticos del mundo.

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La inversión del centro museístico ha sido de unos 40 millones de dólares. Fue diseñado por el arquitecto israelí Moshe Safdie. El edificio está construido bajo tierra, dentro del monte Herzl.

“Nuestro mensaje es que el Holocausto es aún un episodio central, y que representa la expresión más extrema del fenómeno del antisemitismo cuando este no es controlado”, advirtió el historiador Avner Shalev, director del conocido en Israel como Yad Vashem.   Creado en 1955 para perpetuar el recuerdo de los seis millones de judíos que perecieron en los guetos y campos de concentración de la Alemania nazi, la institución Yad Vashem conmemora su jubileo con la culminación de un vasto proyecto de modernización que le ha costado diez años de arduo trabajo.

El eje central del proyecto es el Museo Histórico, una prisma triangular de 200 metros de largo por 13 de alto, construido en su mayor parte bajo tierra.

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Según Shalev, el distanciamiento de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y el nacimiento de generaciones que nada tienen que ver con el periodo del Holocausto han fracturado  los muros de contención del antisemitismo.

“Los muros de la vergüenza se han derrumbado. Durante años era ilegítimo negar el Holocausto, ser antisemita era una vergüenza, ahora, de repente, ya no lo es”, explica.

NOTAS

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Seguridad
Las fuerzas de seguridad de Israel se encuentran en estado de máxima alerta con motivo de la llegada de los primeros líderes políticos que participarán en la ceremonia. En total son 50 delegaciones extranjeras, 40 de ellas oficiales y entre estas últimas trece jefes de Estado y de Gobierno y numerosos ministros.

Los primeros invitados en llegar, el domingo pasado, fueron el secretario general de la ONU, Kofi Annan, y el ministro alemán de Exteriores, Joschka Fischer.