El miedo y la psicosis del ántrax, el polvo blanco que en el año 2001 mató a cinco personas y aterrorizó a todo el país, ha vuelto a aparecer, ahora en dos centros de reparto de correo del Pentágono.
 
Aunque en un principio se creyó que era una falsa alarma, fuentes gubernamentales confirmaron este martes que, en las primeras pruebas realizadas en dos centros de envío de mensajería de Departamento de Defensa, un análisis dio resultado positivo, aunque no es definitivo.
 
Las autoridades insisten en que los primeros análisis arrojan, con cierta frecuencia, falsos resultados positivos, por lo que hicieron un llamamiento a la tranquilidad.
 
No obstante, la alarma se ha extendido a una oficina de correos de la capital estadounidense, que se cree que puede haber manejado parte del correo destinado al Pentágono, y a la agencia tributaria de EE.UU. (IRS), donde también se ha investigado un polvo blanco sospechoso hallado en una carta recibida en sus oficinas centrales.
 
En el caso de la IRS, tras una exhaustiva investigación, se ha determinado que esa sustancia no contenía la bacteria del ántrax, que es la que causa la enfermedad del carbunco.
 
Por lo que se refiere al Pentágono y a la oficina de correos, la situación es más sospechosa y, para curarse en salud, las autoridades sanitarias han cerrado los tres centros y han suministrado antibióticos a cientos de empleados involucrados en el manejo de correspondencia.
 
Un portavoz del Pentágono, Glenn Flood, confirmó que los agentes de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) "siguen investigando este asunto".
 
"Sólo una prueba ha resultado positiva", añadió el portavoz, quien precisó que unos 263 empleados de las instalaciones en las que se procesa el correo del Departamento de Defensa "han recibido tratamiento preventivo contra el ántrax".
 
No obstante, dijo, "hasta ahora nadie se ha quejado de ningún síntoma".
 
Flood explicó que el resultado positivo no se produjo en el análisis de un envío, sino en el de un filtro de uno de los escáneres que analizan cartas y paquetes.
 
El portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan, también confirmó este martes en rueda de prensa que "análisis iniciales han dado positivo" aunque "todavía estamos a la espera de los resultados definitivos".
 
Los centros de correos en los que se ha detectado la temida bacteria funcionan en locales fuera de la sede central del Pentágono -uno de ellos en Fairfax (Virginia)-, y permanecen cerrados desde que ayer, lunes, se dispararon los sensores de alerta.
 
Las muestras halladas han sido enviadas al Instituto de Investigación de Enfermedades Infecciosas del Ejército de EE.UU. en Fort Detrick (Maryland), para ser examinadas nuevamente.
 
Ninguno de los empleados sometidos a examen ha mostrado síntomas extraños, entre otras razones, porque todo el correo que llega al Pentágono es irradiado para eliminar posibles bacterias antes de que ingrese en el edificio.
 
A la espera de una confirmación definitiva, el país ya se ha visto afectado por esta nueva amenaza del ya conocido como bioterrorismo, con el aumento de la preocupación en la región de Washington y el descenso de la Bolsa de Nueva York.
 
La palabra ántrax está en la memoria de todos los estadounidenses ya que todavía sigue sin desvelarse la autoría de los ataques cometidos con esta sustancia que mataron a cinco personas en octubre de 2001, tan sólo unas semanas después de los atentados del 11-S.
 
Entonces, se sucedieron las noticias sobre cartas que contenían las esporas mortales, que causan la enfermedad del carbunco, enviadas principalmente a medios de comunicación y a destacados miembros del Congreso de EE.UU.
 
Las cartas aparecieron hasta finales de noviembre y, para entonces, ya habían muerto las cinco personas y otras 17 estaban infectadas con la bacteria.
 
El Senado cerró uno de sus edificios durante tres meses, después de que el líder de la mayoría demócrata, Tom Daschle, recibiera una carta contaminada, mientras que el Servicio de Correos afrontó enormes problemas.
 
El Gobierno puso en marcha un amplio programa de defensa contra el terrorismo biológico, el Congreso aprobó una partida de 6.000 millones de dólares para investigación y prevención de nuevos atentados, y el FBI interrogó a casi 5.000 personas, sin resultado hasta ahora.