La enfermedad es la principal causa de ceguera en Ecuador, según la Sociedad de Oftalmología.

Ciento cuatro mil personas han perdido la visión en el país, según las estadísticas de la Sociedad Ecuatoriana de Oftalmología. El 60% de ellos (62.400) por catarata, una enfermedad visual que se caracteriza por la opacidad del cristalino, el lente natural del ojo.

En Guayas, que concentra el el 28% de los no videntes (28.791) del Ecuador, existen 17.274 ciegos por este mal.

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La catarata, explica el oftalmólogo Eduardo Viteri, director de Humana Visión, se produce por el deterioro propio de los años, por eso suele presentarse con frecuencia a partir de los 55 años.

“Al aumentar la longevidad de la población el riesgo de desarrollarla aumenta”.

La enfermedad es la principal causa de ceguera en el país, pero también la más prevenible y fácil de curar.

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Una nueva técnica lo hace posible. El japonés Takayuki Akahoshi, director de Oftalmología del Mitsui Memorial Hospital en Tokio, quien fue presentado como el creador del método, dictó un curso el pasado viernes en Guayaquil para explicarlo a cerca de 200 especialistas ecuatorianos.

La técnica del japonés se denomina Faco Prechop y consiste en la fractura del cristalino afectado por catarata, antes de iniciar la cirugía.

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La fractura se realiza con un instrumento especial (una pinza con punta) que fue creado por el mismo médico.

Luego de ello se inicia la operación mediante ultrasonido, que disuelve la catarata y la absorbe de forma más sencilla. “Es como cuando se come un bife y pretende comerse todo en un solo bocado.

Se va a demorar mucho, pero si usa cuchillo y tenedor y lo parte en pedazos es más rápido y usando menos energía”.

Eso, afirma el especialista, hace la operación un procedimiento más fácil y seguro.

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Su colega Carlos Luis Chacón respalda su afirmación. Agrega que la cirugía con ultrasonido (que se denomina facoemulsificación) permite destruir en pequeñas porciones la catarata y retirarla por completo. “Al dejar limpio el interior se deja la cápsula lista para colocar un lente intraocular. Este se introduce doblado, en el interior se abre y recupera su forma”.

La ventaja de esta técnica, señala, es que la incisión que se realiza en el ojo es de solo 3 milímetros y no requiere puntos, a diferencia de la cirugía tradicional en la que se extraía por completo el lente con un corte grande.

A ello se suma que la recuperación anteriormente era de una semana, con riesgo de que los puntos se abrieran y el lente se moviera. “Ahora, al día siguiente está haciendo casi su vida habitual”, dice Chacón.

En la ciudad, la técnica se emplea hace cuatros años pero no es común entre la mayoría de oftalmólogos. Según Viteri, solo el 25% la aplica.

“Antes el paciente perdía más días de trabajo, tenía que estar todo el tiempo acostado, ahora la recuperación es inmediata y puede ir a la oficina”, dice el médico venezolano Jorge Jaramillo, que también asistió al curso.

Él indica que el tiempo es otra de las ventajas. Una operación tradicional lleva entre 20 minutos y media hora. La de ultrasonido entre 4 u 8 minutos.

Incluso, Takayuki tiene un récord mundial del tiempo más rápido registrado para una cirugía de catarata: un minuto 29 segundos.

Pero también se corren complicaciones. Chacón menciona que existe la posibilidad de que el lente no se pueda implantar porque el lugar donde hay que colocarlo no está lo suficientemente firme. “Entonces hay que usar otro”.

Y un problema mayor aún: no todos pueden acceder a la intervención por su costo, que fluctúa entre 1.200 y 2.000 dólares (el lente cuesta 500 y puede corregir otros problemas visuales).