Estamos viviendo tiempos en que la honestidad es considerada un lujo, y por ende, difícil de acceder. Casi todas las instituciones públicas y privadas no tienen el más mínimo sentido de lo que significa ser honrado y mucho menos prestar un servicio eficiente y de calidad, cuando los usuarios pagamos un alto valor por el seudoservicio.

Compré una tarjeta prepago de internet, dos días traté de ingresarla; llamé al servicio técnico y me comunicaron que esa tarjeta estaba caducada, nunca la había utilizado, por lo tanto me pidieron todos los datos, que dónde la había comprado, mi teléfono, nombre, dirección...

Me asignaron una nueva clave y solo logré usarla dos horas aproximadamente; cuando volví a llamar me dejaban esperando al teléfono varios minutos, volví a llamar, y lo que me contestaron fue que esa clave ya estaba asignada a otra persona y que debía dar mis datos para que cuando llegue el supervisor, pedir autorización para una nueva clave.

Publicidad

¿Qué jueguito es este?, ¿el del gato y el ratón? ¿Quién controla a estas empresas, a sus empleados?, porque sospecho que algo tiene que ver, ya que ellos me dieron la clave de acceso y ya no tengo saldo.

Me siento estafada, mi dinero fue robado descaradamente y no espero ninguna solución, ya que de este país y de sus dirigentes ¡no espero nada!

Isabel Mendoza de Testa
Guayaquil