Eso no significa, sin embargo, que el tema esté agotado. Si bien existe una legislación que protege al consumidor del peligro del cigarrillo, lo cierto es que la misma es absolutamente insuficiente.

La actitud de otras naciones en esta materia no ha sido estática sino que ha evolucionado rápidamente, avanzando por dos carriles: restringir drásticamente la publicidad del tabaco y limitar los espacios públicos donde está permitido fumar.

Nuestro país se ha caracterizado por su falta de iniciativas en estos temas. La influencia de las compañías tabacaleras por lo visto sobrevive y sigue siendo muy fuerte.

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Aclaremos, sin embargo, que esta no es una responsabilidad exclusiva del Estado.
El sector privado podría hacer mucho para protegernos del tabaco. Las empresas de aviación decidieron hace algún tiempo prohibir el cigarrillo en sus vuelos nacionales e internacionales. Quizás sea hora de que en otros espacios públicos (estatales o privados), especialmente donde concurren niños, se adopten restricciones parecidas.