En América Latina está roto el esquema político-capitalista de sometimiento a las decisiones que siempre se han dado en beneficio de los países ricos y desarrollados, para dar paso a una tendencia que marcará un nuevo estilo de administración gubernamental.

Los triunfos electorales de esta nueva tendencia implícitamente están formando lo que será un nuevo bloque de lucha contra el dominio económico de Estados Unidos a través del FMI y sus brazos operativos, sin que se haya logrado la reducción significativa de la pobreza; mientras cada vez más aumentan las lacras que esta produce en la sociedad: corrupción, prostitución, pérdida de valores, etcétera, y se originen procesos negativos: cambios demográficos, pérdida de credibilidad en los valores cívicos, y aparición de aventureros ansiosos de poder, sin autoridad para conseguir el cambio social en este siglo.

Con todos los valores negativos e inhumanos de Fidel Castro, él es el origen del descontento de hoy. Tanto lo percibió Estados Unidos que ha recurrido a todas las armas, medios y recursos para bloquearlo sin éxito a la vista de la administración del mundo político. Desde luego, Cuba no es significativa en la economía mundial, pero es irracional negar el peso que va consiguiendo en América Latina.

Los recientes cambios de mandatarios en los países de América Latina, aunque calificados de éxitos de izquierda son, más vale, síntoma de una madurez de pueblos descontentos que quieren zafarse de un sistema econo-político que no ha podido resolver los innumerables problemas de la pobreza y la productividad. Está claro que Cuba tampoco lo ha hecho, pero ha marcado una tónica que indica que ser el dueño del capital no garantiza el éxito político en la gobernabilidad de los pueblos.

Tengo para mí que la ruptura que ya se observa en América Latina no es renuncia al sistema capitalista, sino más bien la marcha del descontento hacia las políticas de los gobiernos que manejan el poder del capital que impiden deliberadamente el progreso y el desarrollo de países que pudieran convertirse en competidores, cuando por conveniencia para su dominio económico deben permanecer como proveedores.

Luego de la desaparición del modelo soviético se intenta el predominio capitalista; pero los países comienzan su lucha liberadora; se dan cuenta de que el dinero del FMI no es tan noble para su desarrollo, y comienza una rebelión contra el poder que se ha creado. Japón desaparece del mapa, pero surgen China e India y otros países asiáticos, y junto a ellos un nuevo miembro del poder mundial: la guerrilla y el terrorismo. En el ínterin la Unión Europea hace su aparición, veintitantos países la conforman, crean su propia moneda y al dominio del dólar lo arremete la devaluación. El poder del esquema peligra.

El TLC es un arma defensiva del esquema norteamericano. Algunos dirigentes de países latinoamericanos parecen no entenderlo aunque habrán de firmarlo. Es una fórmula para preservar, mantener y controlar el poder. Se producirá la coalición de los nuevos gobiernos que serán la piedra en el zapato que tendrá Estados Unidos de América. Acaba de posesionarse como presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, que no es un renegado del marxismo ni del capitalismo sino conocedor de la realidad. Al parecer intenta la productividad de su país como primer factor. Los mismos recursos que se utilizan para crear pobreza se utilizarán para hacer productivos a los pobres.