De una u otra forma las marchas y contramarchas que se han realizado en menos de un mes en las ciudades más importantes del país –Guayaquil, Quito y próximamente Cuenca– han marcado un hito histórico en la vida republicana del Ecuador.

Fueron instantes precisos cuando la política partidista dominante de los últimos 25 años de democracia, demostró su dominio de masas, pero no bajo argumentos de defensa de ideologías, sino con presión de emporios económicos.

El reclamo justo y representativo del descontento nacional por las incoherentes gestiones estatales de los gobiernos de turno, quedaron reducidas a intereses egoístas, donde la medición de fuerzas y compras de conciencias se manejaron desde bandos, cada uno con sus estilos.

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Acá en Guayaquil hubo una manifestación cívico-política donde la mitad de los participantes no tenían claro el por qué de la convocatoria. Eso quedó demostrado en los pedidos que la ciudadanía le hacía al régimen. Tanto así, que una convocatoria por defender los ingresos de la ciudad y la seguridad, terminó convirtiéndose en autonomía.

En cambio, una marcha sin sentido a nivel nacional –por la cantidad de personas que vinieron de otras provincias– presentó el partido de gobierno con su aliado momentáneo. Sus consignas no causaron impacto, y como en esa ocasión la fiesta iba a ser al lado de la casa del Presidente, él no quiso ser mal anfitrión y preparó bailes con resguardo de francotiradores y tanques; pero ni la lluvia pudo apagar los gritos de “rectificación”.

El sacudón de las marchas y concentraciones han despertado el interés del pueblo por el desenlace de la novela de la Corte Suprema de Justicia. Habrá que ver si tiene final feliz. Pero, indiscutiblemente, las marchas están de moda.

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Ángel Largo Méndez
Durán

La Alcaldía de Quito no obstante que reconoce que el Gobierno no le debe ni un solo centavo a esa ciudad, la vimos reclamando en la marcha contra el Gobierno.
Definitivamente no sabe qué es lo que quiere pero lo quiere, ya. Ha quedado evidenciado que la oligarquía corrupta sigue moviendo sus tentáculos como le parezca a sus titiriteros; situación que no se justifica por cuanto cada funcionario debe actuar pensando en el pueblo que representa, y no a los dueños del país que han ordenado marchas sin ton ni son dejando entrever que es pecado meter la mano al bolsillo de la oligarquía corrupta, ya que se están oponiendo a cumplir sus obligaciones con la AGD y la banca cerrada, así como a extraditar a banqueros corruptos.

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Ab. Pedro F. García Argudo
Babahoyo