Ayer 8 de marzo fue un día elegido para enaltecer, celebrar o conmemorar a la mujer.  ¿Por qué necesitamos un día en especial para hacerlo?, cuando cada día de nuestras vidas debemos poner nuestra condición de sexo femenino muy en alto, y debemos luchar para mantener un sitio en esta sociedad machista.

Las mujeres debemos cada día ocupar un rol más importante en esta sociedad, pero sin dejar de lado nuestra femineidad. No sé si hemos ganado o perdido en esta revolución de la igualdad de los sexos; la mujer es tan inteligente como un hombre, y  puede alcanzar lo que quiere. Tal es así que actualmente en las universidades hay mayor porcentaje de mujeres que hombres, pero lo que sí hemos logrado es que a cuenta de esta revolución sexual, se pierda la caballerosidad, el respeto por la mujer, y hemos confundido libertad con libertinaje.

¿Por que será que en pleno siglo XXI una mujer gane hasta  30% menos que un hombre en iguales condiciones de trabajo?  Una vez escuché al  gerente de un banco  decir que a él le gustaba trabajar con mujeres porque somos más leales, responsables y trabajadoras; sin embargo, las dejaban en mandos medios, pues si necesitaban un gerente o algo así, buscaban a un hombre porque no tenían con ellos los problemas de la maternidad ni la lactancia.

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Qué pena que ciertos jefes no se acuerden que sus madres son mujeres.

Soy feliz de ser mujer  y qué bueno que tengamos diferencias con los hombres, lo cual me parece muy bueno, pero debemos comprender  que son estas diferencias las que equilibran a nuestra sociedad.

Dra. Marcela Yépez Intriago
Guayaquil

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Las campañas mundiales contra los atropellos a la mujer, parecen no haber logrado todavía los efectos justamente anhelados en favor de las féminas.

Prueba de eso es el incremento paulatino de juzgados y tribunales que trabajan en muchas naciones protegiéndolas contra el ultraje físico y mental al cual, a diario, se las somete unas veces en los sitios de trabajo, en el grupo social, o en los hogares.

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Para referirnos solamente a un caso que reiteradamente comprobamos por medio de la radio, es que se repiten canciones cuyas letras incitan a los hombres a que las maltraten y hasta las asesinen: “Yo la mato... Pa enseñarle que de un hombre no se burla una mujer”. “Que si vuelvo a nacer la vuelvo a matar”, “que a las dos las maté”, y así por el estilo.

¿Qué se consigue con tales expresiones? Sencillamente que algún desenfrenado cometa eso contra su pareja.

Martín Torres Rodríguez
Guayaquil