Llevo muchos años leyendo mensualmente la revista Sinfronteras que editan los Misioneros Combonianos para Colombia y Ecuador.

En el número correspondiente a marzo del 2005, hay un artículo suscrito por don Fernando Torres M.: ‘La mesa de Betania’, en el que se refiere a la cena de Jesús en casa de Lázaro antes de ir por última vez a Jerusalén.

Siguiendo el evangelio según San Juan, que le ruego revisar desde el comienzo del capítulo 12 hasta el versículo 11, don Fernando saca punta a un punto sobre el que yo no había reflexionado antes.

San Juan afirma que María, la hermana de Lázaro, con un aceite muy fino y muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos y toda la casa quedó perfumada.

Luego pone en boca de Judas Iscariote: “Este perfume podría haberse vendido en trescientas monedas de plata, para ayudar a los pobres”.

Y termina el párrafo: “En realidad no se interesaba por los pobres, sino que era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, se llevaba lo que echaban en ella”.

Contrariamente a lo que podría esperarse, Jesús no hizo caso de esa exclamación pues no la apoyó y más bien dijo: “Déjala pues lo tenía reservado para mi entierro. A los pobres los tienen para siempre con ustedes, pero a mí no me tienen siempre”.

Entonces afirma don Fernando: “La preocupación de Judas no es condenable. Lo inadmisible es que alguien que esté robando a la comunidad exprese preocupación por los pobres. Eso no es correcto. Esa preocupación expresada públicamente busca encubrir su maldad engañando a la comunidad haciéndose pasar por “bueno”, y a la vez engañándose a sí mismo.

“Él, mejor que nadie, sabe que efectivamente es un ladrón, pero también sabe que si la comunidad lo tiene por ‘bueno’, puede tranquilamente, sin problema de conciencia, seguir robando a sus anchas a la comunidad y seguir dando limosna a los pobres. La comunidad engañada será la primera en aplaudirlo... y en envidiarlo”.

¡Qué tal! Ha hecho un análisis muy bueno y puesto de manifiesto una conducta reprochable de Judas Iscariote, que podría repetirse y detectarse en otras personas, como un verdadero síndrome.

Este es diferente al otro de traicionar al amigo.

¿Cree que existen personas que mientras manifiestan defender los intereses del pueblo marginado perjudican económicamente a las comunidades en las que se desenvuelven traicionando a quienes engañan presentándose como sus salvadores?

¿Sería tan amable en darme su opinión?