El viernes 11 se cumple un año del peor atentado de la historia de España, cuando diez bombas estallaron en trenes suburbanos de Madrid matando a 191 personas e hiriendo a 1.900.

España revive esta semana su peor atentado terrorista, ocurrido el jueves 11 de marzo del 2004, a las 07h37 de la mañana,  cuando una decena de bombas estalló en cuatro trenes suburbanos que iban a  la estación madrileña de Atocha, causando 191 muertos y 1.900 heridos.

Estudiantes, obreros y empleados de trece nacionalidades –españoles,  ecuatorianos, colombianos, peruanos, hondureños, polacos y marroquíes– que  viajaban en los “trenes de la muerte” que habían salido de Alcalá de Henares, a  unos 30 km al este de Madrid, recibirán homenajes el próximo viernes, día de luto oficial en España.

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Los ataques fueron reivindicados en nombre de la red Al Qaeda por una célula islamista radical que comenzó a ser desmantelada dos días después de la  tragedia, pese a que el Gobierno que entonces dirigía José María Aznar insistía  en que la “pista privilegiada” era ETA, la organización separatista  armada vasca.

Los atentados del 11-M provocaron sobre todo una profunda brecha en la  clase política y en especial entre los dos partidos que se han alternado en el  poder desde los años 1970, pues tres días después de los atentados y contra  todo pronóstico, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) se impuso en las  elecciones generales expulsando del poder al Partido Popular (PP, derecha).

“No hay ni un solo elemento en favor de que pueda ser la banda terrorista  ETA”, reafirmaba Zapatero, que desde un principio vinculó el 11-M con la  presencia de tropas españolas en Iraq, de donde las retiró poco después.

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El sumario abierto por el juez español Juan del Olmo el 11 de marzo de  2004, que podría dar lugar a un juicio  a fines de año, dio en un  año resultados espectaculares; 21 personas están detenidas en España, en su mayoría  islamistas radicales de origen magrebí, entre estas el marroquí Jamal Zougam, considerado  uno de los que colocaron una de las trece bombas, al ser reconocido por  pasajeros de uno de los cuatro trenes atacados.  Otros dos sospechosos están detenidos en Marruecos y en Bélgica, de donde  se espera la extradición del marroquí Youssef Belhadj, sospechoso de ser el  portavoz en Europa de Al Qaeda, en cuyo nombre fueron reivindicados los  atentados de Atocha.

Los documentos precisan que los autores del 11 de marzo se incluyeron  deliberadamente en la estrategia de Al Qaeda, definida por Osama Ben Laden, de golpear a los  países europeos involucrados en Iraq.

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En tanto, la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo no asistirá a los actos conmemorativos oficiales. “El mayor homenaje habría sido el estruendo de las 10 bombas estallando  convirtiéndose en ecos de silencio, dignidad y respeto por los que no tienen  voz y por los heridos que están haciendo esfuerzos por salir adelante”, afirmó ayer su presidenta Pilar Manjón, quien aquel fatídico 11 de marzo del 2004, perdió a su hijo Daniel.