El Papa se asomó este miércoles de nuevo a la ventana de su habitación en el Policlínico Gemelli de Roma para bendecir a numerosos fieles que se resistieron a que pasara otro miércoles sin la tradicional audiencia pública.
 
Los reiterados vítores y cánticos que durante varias horas le dedicaron decenas de personas, entre ellas uno grupo de entusiastas compatriotas polacos y otro de ruidosos escolares, surtieron su efecto y Juan Pablo II se dejó ver.
 
Poco antes del mediodía, el anciano Pontífice apareció tras los cristales de su ventana del décimo piso del centro hospitalario, donde se recupera de la traqueotomía que se le practicó hace trece días para solucionar sus graves problemas respiratorios.
 
A diferencia de anteriores ocasiones, en los que iba vestido con su habitual sotana blanca, el Pontífice llevaba hoy una casulla de color morado, propia de la liturgia de la Cuaresma, con la cruz episcopal en el pecho.
 
Su aparición, acompañado del prefecto de la Casa Pontificia, monseñor James Harvey, fue breve y durante la misma saludó e impartió la bendición repetidas veces con la mano derecha.
 
Los fieles congregados en la explanada de entrada del Gemelli le recibieron con aplausos y signos de gozo, sobre todo una pareja de recién casados, vestidos de novios, que llegaron a Roma desde Nuevo México para recibir la bendición papal.
 
También expreso su alegría un numeroso grupo de polacos que, como el miércoles anterior, acudió al centro hospitalario con la esperanza de ver a su compatriota Juan Pablo II.
 
El responsable de los peregrinos polacos en Roma, padre Corrado, les había arengado unos minutos antes, tras haber pasado por los aposentos papales: "Hoy esta plaza es como San Pedro y el Papa nos oye y se alegra de escuchar nuestras oraciones y nuestros cánticos".
 
Los que más se dejaron oír, sin embargo, fueron numerosos escolares, que habían amenizado la espera con juegos, como el famoso corro, o con incansables, reiteradas y pegadizas canciones infantiles.
 
Una delegación de cinco niños había subido con anterioridad a los aposentos del Papa para entregar a sus colaboradores varios regalos, entre ellos un crucifijo de yeso, cartas personales y simpáticos dibujos.
 
La masiva presencia de fieles en la explanada de acceso al Gemelli se debió al hecho de que todos los miércoles el Pontífice celebra una audiencia general en el Vaticano, suspendida las dos últimas semanas por sus problemas de salud.
 
Esas audiencias, que alternativamente tienen lugar en la plaza de San Pedro o en el Aula Pablo VI del Vaticano, las aprovecha el Santo Padre para impartir su catequesis y luego saludar personalmente a un número reducido de asistentes.
 
Con los primeros fieles que llegaron hoy al Gemelli se cruzó el portavoz de la Santa Sede, Joaquín Navarro Valls, cuando abandonaba el recinto, tras visitar, como hace todos los días, a Juan Pablo II y hablar con las personas que permanecen más cerca de él y con los médicos.
 
Navarro recordó que para mañana, jueves, está prevista la difusión de un nuevo parte médico con la evolución de la salud del Papa, que se recupera de forma favorable, como se pudo comprobar hoy en su breve aparición y en la más prolongada que hizo el domingo durante el rezo del Angelus.
 
Todo apunta, según las últimas previsiones, a que pueda volver al Vaticano antes de Semana Santa, que comienza dentro de once días con las celebraciones del Domingo de Ramos, aunque persiste la incógnita sobre la recuperación total de su voz.
 
Desde que fue operado y se le introdujo una cánula en el conducto laríngeo, Juan Pablo II, que en mayo cumplirá 85 años, no ha pronunciado ninguna palabra en público, aunque sí ha hablado brevemente con sus colaboradores, según han explicado ellos mismos.