Mientras el mundo celebraba el martes el Día Internacional de la Mujer, líderes de la lucha por la igualdad femenina dijeron que no hay marcha atrás en la revolución iniciada hace 30 años, aunque reconocieron que los retos son inmensos.
 
Delegados de 130 países y 6.000 representantes de organizaciones de mujeres y de derechos humanos participan de la segunda semana de una reunión para evaluar el progreso en la implementación la plataforma para la igualdad de los sexos adoptada en la conferencia de la ONU sobre el tema en Pekín en 1995.
 
En un panel el martes para marcar el Día Internacional de la Mujer, Rachel Mayanja, la principal asesora del secretario general para asuntos femeninos, advirtió que la tarea que nos espera no va a ser menos difícil que lo que ha sido en los últimos decenios.
 
Mayanja subrayó que los líderes mundiales no pueden ver la pobreza, los conflictos armados y las enfermedades como algo aislado. La erradicación de la pobreza y las enfermedades es tan importante como lidiar con las redes criminales que trafican mujeres y niños.
 
Nafis Sadik, asesor especial del secretario general Kofi Annan en la lucha contra el SIDA y ex jefe del Fondo de Población de la ONU, dijo que los gobiernos se gastan más de 900.000 millones de dólares en el sector militar mientras que los países más ricos del mundo se gastan menos de 70.000 millones en ayuda al desarrollo y solamente 3.000 millones de esa cifra van a parar a programas de igualdad de la mujer.
 
Qué contribuye más a la seguridad, los 3.000 millones de dólares invertidos en la igualdad de la mujer o los 900.000 millones de dólares gastados en armamento?, preguntó Sadik. Es hora de que los líderes políticos dejen de hablar de paz y realmente comiencen a invertir en la paz.
 
En una conmemoración temprana el viernes por el Día Internacional de la Mujer, dos ganadoras del premio Nóbel de la paz y los jefes de las cuatro conferencias de la ONU que desde 1975 han trabajado por el movimiento femenino en el mundo hablaron de los progresos conseguidos y los retos que quedan.
 
La guatemalteca Rigoberta Menchú, una activista indígena que ganó el Nóbel en 1992, dijo que las mujeres deberían ser la esperanza para cambiar sistemas que promueven el racismo, la discriminación y la falta de oportunidades económicas.