Las amenazas del líder indígena cocalero Evo Morales de desatar una ola de bloqueos esta semana fue uno de los factores desencadenantes de la presentación de renuncia del presidente de Bolivia, Carlos Mesa.

Morales, líder del Movimiento Al Socialismo, quien estuvo muy cerca de ganar las últimas elecciones presidenciales en el 2002, había sido el único sostén firme del gobierno en el Parlamento, particularmente al apoyar el referendo por la nueva ley petrolera.

Sin embargo, ha insistido que ese voto significa para él, la nacionalización de los hidrocarburos y la revisión de los contratos que amparan la actividad de las empresas transnacionales en Bolivia.

Publicidad

Morales afirma que el gobierno de Mesa no cumple con la “agenda de octubre” del 2003, que contiene los planteamientos del sector indígena que lideró la revuelta popular que significó la caída del ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, por lo que exige la convocatoria a una Asamblea Constituyente y la aprobación, lo antes posible, de una nueva ley de Hidrocarburos que nacionalice la propiedad de este recurso natural al que considera patrimonio nacional y que entregue el 50% de las regalías.

“Si el parlamento aprueba una nueva ley de Hidrocarburos se paraliza cualquiera manifestación”, condicionó el dirigente cocalero y diputado, que  calificó al presidente Mesa de “defensor de las privatizaciones de las transnacionales y no defensor del pueblo boliviano”.

Agregó que Mesa pone en riesgo la democracia; “él arriesga a todos los bolivianos con su posición ambivalente, con su posición equilibrista, con su posición fundamentalmente de servicio a las transnacionales”.

Publicidad