Un tobogán llega –de repente– a la memoria del actor Omar Argentino Galván, de 34 años, cuando trata de recordar sus primeros pasos en la actuación.

En el segundo piso del hotel Unipark, el improvisador argentino, quien lleva el nombre de su tierra producto de “un arranque patriótico de su padre”, dibuja con sus manos el tobogán que lo trasladó al mundo de la actuación. Tenía apenas 4 años cuando hizo el papel de un niño que tenía miedo de lanzarse desde esa resbaladera gigante.

El artista se encuentra ahora en Guayaquil impartiendo talleres sobre esta técnica. El 90% de este tipo de espectáculos –dice– es de humor. A él, quien lleva once años improvisando, le gusta incluir en su repertorio a autores literarios, como García Márquez, Kafka y Cortázar. Su show titulado ‘Solo de impro’ –que ha presentado en diversos países de América y Europa– lo brindará este miércoles, en el MAAC Cine.

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Pregunta: ¿De pequeño le gustaba imitar?
Respuesta: Era el payasito de la familia. Imitaba al actor Luis Sandrini y a Sandro. Luego todo quedó sepultado hasta que a los 19 años estudié actuación en la escuela de Norman Brisky y en el Conservatorio de Arte Dramático.

P: ¿Cuándo apareció la improvisación en su vida?
R: A raíz de la actuación, tomé un curso de improvisación teatral con Mosquito Sancineto, actor argentino. Luego empecé solo a investigar sobre el tema. Y en 1998 me encontraba con mi grupo Sucesos argentinos (creado en 1996) en Francia en un encuentro internacional de improvisación.

P: ¿Qué combina esta técnica?
R: La improvisación es una técnica muy joven que se sigue investigando. Se la practica en 90 países. Tiene un poco de teatro y de deporte.

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P: ¿Deporte?
R: Sí. Porque exige una concentración permanente. Ir resolviendo a cada paso y un mediocampista tiene que resolver situaciones no pensadas a cada momento. 
 
P: ¿Tiene algo también de literatura?
R: A mí me gusta escribir y el improvisador es un escritor en escena.

P: ¿Qué pasa cuando la mente se queda en blanco?
R: Allí es cuando la técnica sostiene, y tiene que ver con la confianza y no con la ocurrencia. ¿Qué pasa si no se me ocurre nada? Bueno, confiamos en lo que se propone, en la verdad de lo que pasa en escena.

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P: ¿Hace falta algo más para armar este tipo de show?
R: Los recursos histriónicos o dramáticos que tenga cada actor, en ese sentido la ‘impro’ brinda posibilidades de potenciar ciertas sensibilidades.

P: ¿Qué pasa cuando una improvisación se repite?
R: Si la improvisación se repite es un fiasco. Siempre debe ser nueva, porque no es un guión.

P: ¿Ayuda en la vida cotidiana?
R: Muchísimo, pero nunca lo digo en los cursos.

P: ¿Qué proyectos trajo para Guayaquil?
R: La idea es dejar aquí sentadas las bases para que el grupo de la actriz Raquel Rodríguez se quede trabajando.

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P: ¿Ya está creado el grupo?
R: Sí, se llama Proyecto Impro.

P: El miércoles habrá un espectáculo de ‘Solo impro’, ¿cuál es su propuesta ?
R: El título del espectáculo casi siempre lo pone el público, para legitimar que es improvisado.  Por ejemplo, el que voy a presentar tiene como estructura la del hombre que lleva en su ropa frases que el espectador colocó en su chaqueta minutos antes.

P: ¿Se puede mantener un show de este tipo durante tres horas?
R: Sí. El que voy a brindar aquí durará 1 hora y cuarto.

P: ¿Y el escenario?
R: La mayoría de estos espectáculos trabajan con el espacio vacío, porque cualquier elemento más o menos definido lo ata. Para mí el espacio vacío no es un lugar donde no hay nada, sino  un lugar donde puede estar todo.