El caos y la muerte reinaban este lunes en esta ciudad costera, conmocionada por una tragedia sin  precedentes en República Dominicana que dejó 134 muertos y 26 lesionados tras  el incendio de la cárcel local cuyo origen las autoridades atribuyen a una riña entre dos reos.
 
"Acabo de llegar y aquí en la puerta no me han sabido decir nada", contó en  la tarde a la AFP, Blanca Lora, quien acababa de llegar en busca de su hermano  a esta ciudad de la provincia de La Altagracia, a 150 kilómetros al este de  Santo Domingo, desde Hato Mayor, otra de las provincias del oriente  dominicano.
 
Con su rostro sin lágrimas pero con visible angustia, Lora no sabe si  buscar a su hermano entre los fallecidos, los heridos o los trasladados a  hospitales.
 
Decenas de personas de esta y otras zonas del país se amontonaron frente al  hospital y caminaban entre cadáveres calcinados, muchos semidesnudos,  intentando identificar a sus parientes.
 
En otra parte del pueblo, un ayudante fiscal lee los nombres de los  sobrevivientes ante decenas de parientes que, entre llantos y críticas a las  autoridades, exigen información.
 
El hospital, que dispuso los cuerpos sobre lonas colocadas bajo varias  carpas, empezó a entregar los fallecidos a sus dolientes en la tarde de este  lunes.
 
El gobierno municipal y organizaciones no oficiales colaboraban en la  elaboración de las listas de muertos, heridos e ilesos, pero esas acciones no  fueron suficientes para calmar la incertidumbre.
 
Las autoridades trasladaron a los ilesos hacia el otro pabellón del  presidio, incrementando el hacinamiento que ya reinaba en la cárcel antes de la  tragedia.
 
Desde allí, los presos vociferan, responsabilizando a la dotación policial  de turno, de que por incompetencia un simple pleito llegara a causar la muerte  de 134 de sus compañeros.
 
La penitenciaría, colocada en el centro del pueblo, detrás del Palacio de  Justicia, fue construida para una población de 180 reclusos, pero la ocupaban  400, denunció el obispo Nicanor Peña.
 
En el hospital público de la ciudad fueron internados varios de los  heridos, pero el personal médico trabajó con dificultades porque familiares de  algunos fallecidos y heridos trataron de penetrar al recinto, con la intención  de linchar a uno de los supuestos responsables, según testigos.
 
"El reo conocido como El Coloso, posible causante de la tragedia, vino aquí  con algunas heridas, pero luego de ser atendido la policía lo trasladó hacia  Santo Domingo, para la investigación", dijo a la AFP Jaime Andrés Rodríguez,  director del hospital.
 
La riña entre dos reos se extendió a otras personas, según la Policía  Nacional y el Ministerio Público. Varios presos utilizaron una mezcla con  insecticidas y otras sustancias para quemar colchones de la prisión, provocando  el incendio que derivó en trampa mortal para los reclusos.
 
Mientras los dolientes preparaban los funerales, las autoridades,  encabezadas por el vicepresidente Rafael Albuerquerque, evocaron la eventual  construcción de un nuevo penal, demanda que data de seis años, según Porfirio  Rojas Nina, comisionado de los Derechos Humanos en el país.