La periodista italiana Giuliana Sgrena, herida en Iraq tras recibir un disparo de soldados estadounidenses poco después de ser liberada de su secuestro, sugirió ayer que los militares podían haber disparado deliberadamente contra ella porque Washington se oponía a la política de Italia de negociar con secuestradores.

Sgrena no ofreció pruebas de su afirmación, pero su sentimiento reflejó el malestar creciente en Italia sobre la guerra. La muerte del agente y las heridas de la periodista, que trabaja para un diario comunista, han alimentado la tensión con EE.UU., aliado de Italia, y la presión sobre el primer ministro Silvio Berlusconi, al que se le pide tome una postura más firme con el presidente George W. Bush.

El ejército estadounidense dice que el coche se dirigía a gran velocidad hacia un puesto de control e ignoró los disparos de advertencia, una explicación negada por ministros del gobierno. “Íbamos despacio, a unos 40-50 km por hora”, dijo el conductor al diario Corriere della Sera.

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En su relato sobre lo sucedido, Sgrena escribió en el periódico Il Manifesto que el agente secreto  Nicola Calipari le salvó la vida al protegerla con su cuerpo. “Nicola se lanzó para protegerme y de repente escuché su último aliento encima de mí”, escribió.   

Aunque Italia ha negado que haya pagado a los secuestradores en anteriores liberaciones de rehenes, el ministro de Agricultura, Gianni Alemanno, dijo al Corriere que era “muy probable” que se hubiera pagado un abultado rescate. Los periódicos italianos especularon que se podría haber pagado hasta 8 millones de euros (10,5 millones de dólares).

El ministro de Relaciones Parlamentarias de Italia, Carlo Giovanardi, dijo que no creía la versión estadounidense de los hechos, mientras las manifestaciones públicas de aflicción y malestar presionan a Berlusconi, partidario de Bush y su guerra contra el terrorismo, para que pida explicaciones a Washington.

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La Fiscalía de Roma abrió una investigación, bajo la imputación de homicidio, para tratar de aclarar las circunstancias en que se produjo el incidente. El jefe de gobierno italiano anunció que comparecerá el miércoles ante el Senado para contar lo ocurrido y que el ministro de Relaciones Exteriores, Gianfranco Fini, lo hará mañana ante la Cámara de Diputados.

La Cámara deberá pronunciarse el próximo 14 de marzo sobre la  financiación de la misión militar italiana y la oposición de izquierda anunció ya que se va a oponer, incluso el diputado Raffaele Costa, de Forza Italia, el partido de Berlusconi, pidió que se fije una fecha para el retiro de los militares italianos.

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Mientras en Roma, una capilla ardiente con los restos del agente secreto, Nicola Calipari, abrió sus puertas para que los italianos le rindan el último homenaje, antes de su sepelio que se  efectúa hoy.

Polémica
“No he podido dejar de pensar en las palabras que me dijeron mis raptores antes de liberarme.
Me decían que se habían comprometido a fondo a liberarme,  pero que tuviera mucho cuidado porque los estadounidenses no querían que  regresara viva”, escribió en un artículo  ayer la periodista Giuliana Sgrena.

La versión de la periodista desató una  polémica en Italia, cuyos  diarios y editorialistas se interrogan sobre la validez de la alianza con  EE.UU., cuyos soldados en Iraq suelen disparar primero y después preguntar y no corresponden a un modelo de ejército democrático.