‘La misteriosa llama de la reina Loana’, en la que narra la historia de un hombre de 60 años que, después de un accidente, pierde la memoria personal y emocional, pero conserva  la memoria histórica. Es la última novela del escritor italiano.

Umberto Eco sigue jugando con el tiempo y con la historia. Lo hizo en El nombre de la rosa (1980) y después en el Péndulo de Foucault (1988). Ahora lo hace en La misteriosa llama de la reina Loana, su última novela publicada en Italia en 2004 y que circula en español desde hace poco.

Solamente que en esta ocasión es su propio tiempo y su propia historia lo que están en juego.

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Eco se llama Yambo Bodoni en esta novela y ha perdido la memoria luego de salir de un ataque de coma. Como no podía ser de otra manera, este profesor de Semántica que se oculta bajo la piel de Yambo, ha conservado, luego de su afección, la “memoria semántica”, que le permite reconocer el nombre de un pájaro y las películas de Gregory Peck, pero que ignora que está casado y tiene dos hijos. Conoce que Napoleón fue derrotado en Waterloo, pero desconoce todo al respecto de su propia madre.

El personaje ha perdido la memoria de sus emociones, lo que le permitirá hablar de las Mil y una noches pero ignorar que se ha producido la Guerra del Golfo. “Te necesito. Eres la única que puede contarme mis últimos treinta años”, afirmará Yambo, desde la cama de un hospital.

Esta memoria semántica va a constituirse en la clave del relato, en la medida en que Bodoni se encierra en la vieja casona familiar y comienza no solo a reconstruir su propio pasado sino a revivir el pasado común de un país en manos de Mussolini y precipitado a la guerra en alianza con el fascismo de Hitler.

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Bodoni no solo recuerda, recorriendo los libros y las estampas de la infancia, sino que vuelve a gozarlos como si se tratase de la primera vez.

La novela acaba convertida en la historia de la primera mitad del siglo XX, con la aparición del mago Mandrake, del inolvidable Gato Félix, de Fantomas o Dick Tracy.

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El texto de Umberto Eco es una enciclopedia mínima de la cultura contemporánea “culta” y de la popular.

Las citas literarias se le vienen al protagonista desde el fondo de un caos en el que habita un verso de Arthur Rimbaud; la canción de Mambrú cuando se fue a la guerra; la condena de Gregorio Samsa, que amaneció, en la Metamorfosis de Kafka, como un insecto monstruoso; o el gozo de una deliciosa magdalena devorada en las páginas de Proust.

Pero también le asaltan hábitos cotidianos antiguos:

“... desde la ventana vi la viña. Me asaltó un pensamiento, mejor dicho una gana antigua: hacer mis necesidades entre las cepas”.

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La literatura de Eco ha intentado, en las novelas anteriores, divertir o confundir al lector, de modo de captar su interés por más allá de las tensiones propias del argumento. El péndulo de Foucault es, finalmente, un acertijo, y El nombre de la rosa la imagen vive de un laberinto medieval. La literatura en sí es un divertimento, un gozo, que Eco quiere recrear.

De allí que La misteriosa llama de la reina Loana esté íntegramente ilustrada por las coloridas imágenes culturales que Yambo Bodoni va reconociendo en la casa familiar: las portadas de Vogue; las encantadoras publicidades de medicamentos, o de marcas de cigarrillos desaparecidas; las carátulas de las novelas de Emilio Salgari o Alejandro Dumas, ese olvidado Salgari; las extrañas estampillas de las islas Fiji; las revistas enciclopédicas que reproducían en imágenes todas las formas de la tortura, incluido el llamado “trucidamento”, aquella “atroz parodia de un espectáculo de prestidigitación, con el condenado metido en una caja y los dos verdugos con una gran sierra de mano, solo que aquí al individuo lo cortaban en dos de verdad”.

Pero no solamente se trata de ese reconocimiento de su pasado. También es la reconstrucción de cada sentimiento, el modo como cada uno de ellos nació y cuál su origen... “Olisqueaba con alguna reserva, como el intruso en un reino prohibido. Los almanaques de barbero podían encender morbosamente la fantasía de un niño, tal vez me los habían prohibido. Quizá en el desván entendería algo sobre la formación de mi conciencia sexual”.

Hasta que Bodoni desemboca en sus años de escuela y de colegio marcados por los rituales de veneración a Mussolini. Y allí parece que Umberto Eco quiso detenerse en la enajenación del fascismo, y llegar a narrar la participación del propio Bodoni en la resistencia.

Y si el libro es, en gran parte, la memoria de una cultura de consumo, el relato de Eco no podía acabar sino en una historieta con personajes surrealistas, ambientada en los escenarios de la ciencia ficción o las novelas de anticipación y en la que participan todos los personajes de la literatura leída por un adolescente de los años cuarenta: desde los siete enanitos hasta los personajes de Corazón de Edmundo de Amicis, o Flash Gordon cabalgando dinosaurios.

Tal vez, porque para este profesor italiano de semiótica y novelista de éxito “la búsqueda de la identidad no puede prescindir de la cultura popular”, afirma la traductora al español de La misteriosa llama de la reina Loana, Helena Lozano.