Lectura del Santo Evangelio según San Juan.

Asamblea: Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús vio al pasar a un ciego de nacimiento. Escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva, se lo puso en los ojos al ciego y le dijo: “Ve a lavarte en la piscina de Siloe” (que significa “Enviado”). Él fue, se lavó y volvió con vista.

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Entonces los vecinos y los que lo habían visto antes pidiendo limosnas, preguntaban: “¿No es éste el que se sentaba a pedir limosna?”. Unos decían: “Es el mismo”. Otros: “No es él, sino que se le parece”. Pero él decía: “Yo soy”.

Llevaron entonces ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día en que Jesús hizo lodo y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaron cómo había adquirido la vista. Él les contestó: “Me puso lodo en los ojos, me lavé y veo”. Algunos de los fariseos comentaban: “Ese hombre no viene de Dios, porque no guardó el sábado”. Otros replicaban: “¿Cómo puede un pecador hacer semejantes prodigios?”. Y había división entre ellos. Entonces volvieron a preguntarle al ciego: “Y tú, ¿qué piensas del que te abrió los ojos?” Él les contestó: “Que es un profeta”.

Le replicaron: “Tú eres puro pecado desde que naciste, ¿cómo pretendes darnos lecciones?”. Y lo echaron fuera. Supo Jesús que lo habían echado fuera, y cuando lo encontró, le dijo: “¿Crees tú en el Hijo del hombre?”. Él contestó: “¿Y quién es, Señor, para que yo crea en Él?”. Jesús le dijo: “Ya lo has visto; el que está hablando contigo, ese es”. Él dijo: “Creo, Señor”. Y postrándose, lo adoró.

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Palabra del Señor
Asamblea: Gloria a ti, Señor Jesús.