El presidente Ricardo Lagos es el segundo gobernante socialista en la historia de Chile, desde Salvador Allende, que se suicidó en el palacio presidencial de La Moneda hace 32 años, cuando un golpe  militar interrumpió su inédita “Vía chilena al Socialismo”.

Lagos recuerda con orgullo su colaboración con Allende  en la aplicación de un modelo inspiración marxista, pero defiende la idea de adaptarse a los tiempos y al entrar en el último año de los seis de su mandato, mantiene a Chile como una de las naciones más prósperas y consolidadas de  América Latina, sin salirse de las normas del libre mercado.

Allende y su coalición de Unidad Popular, de los partidos  socialista y comunista, radicales y otras corrientes de izquierda, ganaron las elecciones el 4 de septiembre de 1970, con el 36% de la votación para “hacer la revolución dentro de la institucionalidad”.

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En ese marco, nacionalizó las minas de cobre y los yacimientos de carbón, intervino la banca e impulsó la  reforma agraria, pero tuvo la resistencia de EE.UU., los empresarios y parte de la sociedad chilena, lo que terminó en el golpe que encabezó Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973.

Lagos y su coalición de Concertación Democrática, que encabezan el socialismo y la democracia cristiana, triunfaron en una segunda  vuelta electoral el 16 de enero del 2000, con el 51,31% de los votos, sobre el  candidato derechista Joaquín Lavín.

En la época de Allende, Lagos era secretario general de la Universidad de Chile y en su libro La concentración del poder económico proponía la propiedad estatal sobre los medios de producción, según el modelo socialista de Carlos Marx. 32 años después encabeza un gobierno socialista con el 60% de apoyo popular.

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Abogado y economista de 67 años, doctorado en la Universidad de Duke, en EE.UU. y ex colaborador de Allende “a mucha honra”, Lagos se exilió en Estados Unidos cuando Pinochet tomó el poder.

Volvió a Chile en 1983 mientras estallaban las protestas masivas que exigían la restauración de la democracia. Desde la clandestinidad impulsó la renovación del socialismo chileno,  buscó un acercamiento con la democracia cristiana que fue opositora de Allende y fue uno de los fundadores de la Concertación, que desde 1990 gobierna Chile.

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Convencido de que es necesario “aprovechar las oportunidades de la  globalización”, su régimen suscribió tratados de libre comercio con la Unión  Europea, EE.UU. y otros países, y busca acuerdos similares con la República Popular China, India y  Japón.

Lagos mantuvo el modelo de libre mercado que impuso Pinochet para convertir a Chile en uno de los  países de mayor expansión en América Latina, con un Producto Interno Bruto  (PIB) que en el  2004 creció en el 5,9%, el nivel más alto en los últimos siete años.

Diario El Mercurio destacó el “capital político” que dejará  Lagos y el mérito de que el gobierno de un presidente socialista derrote a la inflación, endémica por medio siglo.

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