Los británicos podrían quedarse sin ver en sus televisores la próxima boda entre el príncipe Carlos de Inglaterra y su prometida, Camilla Parker Bowles.
 
La reina Isabel II no quiere que se filme ni la parte civil, ni la religiosa del enlace de su primogénito y heredero del trono, por lo que esa ceremonia sería la primera boda real de los tiempos modernos que no captan las cámaras, aseguró ayer  el diario Daily Express.
 
A su vez, el arzobispo Rowan Williams parece hecho, como Hamlet, un mar de dudas sobre la conveniencia de permitir que las cámaras sean testigo del momento en que la Iglesia Anglicana da su aprobación espiritual al polémico casamiento.
 
Williams, que se enfrenta ya a un cisma de las iglesias anglicanas de todo el mundo por la tolerancia de Estados Unidos y Canadá a los homosexuales, teme que el hecho de mostrar su bendición a través de las cámaras provoque nuevas divisiones entre los fieles. La decisión final corresponde a Isabel II.