En los albores del castellano Manrique escribió: “Cómo a nuestro parecer cualquier tiempo pasado fue mejor”. Hoy como ayer la humanidad camina entre luces y sombras. Las sombras tienen concreciones actuales: - En nombre de no se qué dios, en nombre de la libertad, de la democracia, se invade, para condicionar el futuro de pueblos. - Hay bienes materiales; pero no hay voluntad política de equidad en el mundo:  A pesar del desarrollo de la ciencia y de la técnica, con las que se pueden poner bienes suficientes al servicio de todos los hombres, en el año 2003 los pobres de nuestro Continente eran 226.6 millones, el 46% de la población total.  Un estudio del Banco Mundial establece que el 10% más rico de la población de América Latina y el Caribe recibe el 47% del ingreso total, mientras el 20% más pobre recibe el 2% del total. La potencia mundial hoy más grande gasta cada minuto un millón de dólares en fuerzas armadas. Con solo el 4% de la riqueza combinada de las 225 personas más ricas del mundo se podría lograr y mantener el acceso de todos a la enseñanza y a la salud básica, a alimentación suficiente, agua limpia y saneamiento ambiental.

- Las siguientes realidades, entre otras, nos permiten descubrir que las sombras son más espesas y exigen luz integradora en la superficie y vida en la raíz de la sociedad:

No hay un principio claro de orden social, e integrador de la cultura. Las grandes ideologías como iluminismo, liberalismo, marxismo, nazismo, y el exaltado progreso humano han conducido al holocausto, a las guerras, y han llevado a la miseria a una tercera parte de la humanidad.

Dios ha dejado de ser el principio integrador y el fundamento del orden social. Dios no atrae ni inquieta. La proliferación de movimientos religiosos encierran al hombre en sí mismo. El hombre moderno está embotado, busca menos un porqué y un para qué a su vida; el hombre moderno, en general, se contenta con divertirse hoy y aquí; evita reflexionar, busca aturdirse en el ruido.

Los valores de honradez, lealtad, familia, esfuerzo creador de un patrimonio moral y material tienen poca consistencia.

La fe religiosa y las ideologías van siendo reemplazadas por la idolatría de la ciencia, del progreso, de la democracia, que pueden conducir a una sociedad más humana, si no son interpretadas según cambiantes intereses. En todo caso no dan respuesta a esos interrogantes fundamentales: ¿quiénes somos, a dónde vamos?

- De estas aberraciones interesa casi solo el terrorismo, su nefasta floración, y se quieren soluciones inmediatas, como si estas no surgieran de la raíz. Queremos combatirlo con otros terrorismos, y descuidamos el necesario cambio de mente y actitudes.

- Hoy más que ayer el aporte del cristiano no ha de ser tanto un conjunto de verdades y mandamientos, cuanto su experiencia del encuentro interpersonal con Cristo, el único hombre perfecto.