En Gualaceo, 19 mujeres del Centro de Bordados del Azuay, conformado hace cinco años, decidieron convertirse en empresa y hace un año, con el apoyo del Secap, la Fundación Paul Rivet y Pastoral Social ahora cuentan con maquinaria industrial para la fabricación de ropa.

En  24 meses aprendieron a confeccionar blusas, faldas, vestidos, pantalones, lencería masculina y femenina, para niños y para el hogar.

“Queremos estar formadas no solo en la técnica sino sobre todo valorar la organización, solo con eso podremos salir adelante”, asegura Susana Argudo, dirigente de este grupo de mujeres.

Publicidad

Argudo comenta que debió afrontar varios problemas económicos cuando su esposo decidió viajar a Estados Unidos en forma ilegal. “Como él cuando recién se fue no conseguía trabajo, yo tuve que ver la forma para darles educación y comida a mis cuatro hijos”, dice.

Por esa experiencia  Susana resolvió que trabajar, tener sus propios ingresos económicos, al margen de lo que envíe su esposo del exterior, sería mejor que esperar a que cada mes le llegue una cantidad de dinero.

Isabel Almeida, también dirigente de este grupo, expresa que es importante que los familiares que reciben remesas desde el exterior, ahorren y piensen en el futuro, “porque cuando los emigrantes quieran regresar, ¿a qué se van a dedicar, de qué van a vivir, si aquí no sabemos darle valor a su trabajo?”, se cuestiona.

Publicidad

“De la inversión que hagamos ahora, dependerá el futuro de nuestros hijos y de nuestros pueblos”, acota Almeida.