Con el pasado feriado de carnaval se inauguró oficialmente la temporada 2005 en Salinas, trayendo como consecuencias inmediatas el caos y la anarquía en el balneario.

Un desenfrenado libertinaje con el cual se celebró dicha fiesta, permitió a diestro y siniestro el libre consumo de alcohol en público; la música escandalosa a niveles estridentes en carros parqueados en la calle y ciertos mal llamados bares y restaurantes; los actos obscenos ejecutados en plena vía y en la playa; las competencias de carros y motos en el malecón de Chipipe.

Todo eso se dio frente a autoridades policiales, municipales y de tránsito, que pomposamente habían anunciado grandes operativos con miles de policías y agentes, apoyados por militares acantonados en la península de Santa Elena; pero nada de eso funcionó, debido a la pasividad mostrada por dichas autoridades frente  a tanta irregularidad.

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Para muestra, sobraron las escenas presentadas por la televisión de esos actos inmorales, vandálicos y delincuenciales penados por la ley. ¿Esperarán acaso, como sucede casi siempre, que se produzcan muertes o tragedias que “justifiquen” la intervención de las autoridades? ¿Será necesario que los propietarios de los edificios ubicados en la zona, contratemos la tan cuestionada seguridad privada, para que velen por nuestros intereses?

Los altos impuestos prediales y otros más que se pagan por las propiedades en el balneario no se ven reflejados en obras, peor en un plan de seguridad y vigilancia.

El concepto de fomentar turismo hacia nuestras playas, está totalmente equivocado al otorgarse permisos de funcionamiento a bares, salones y discotecas ubicados en sectores residenciales, incluyendo al malecón de Salinas, zonas San Lorenzo, Las Palmeras o Chipipe, donde está ubicado el 90% de las áreas residenciales.

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Arturo Coka Rendón
Guayaquil

Ya nos cansamos de leer las mismas denuncias de temporada y de que ninguna autoridad corte de raíz lo mismo de siempre: el desorden, la falta de planificación, el relajo, la inseguridad, la basura...

Es lamentable que Salinas haya vuelto a escoger continuismo de autoridades, que poco o nada hacen por cambiar turísticamente al sector, y se dejen llevar únicamente por intereses de fábricas de licor que disputan solo vender más sus productos en esta temporada invernal, violando la prohibición de beber en las vías públicas, y transformando el sitio en lugar de perdición y destapes, como lo hicieron hace cuatro años en el mal llamado Mall del Pacífico.

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Necesitamos que Salinas planifique su desarrollo turístico nacional e internacional a corto, mediano y largo plazo, con una verdadera proyección única en la costa este del Pacífico. Hasta que ocurra el milagro, tendremos que seguir leyendo lo mismo de todas las temporadas de playa.

Ing. Édgar Sánchez Vernaza
Punta Carnero