La preclampsia surge durante la gestación y puede poner en riesgo la vida de la madre y el niño. Como aún no hay cura, los médicos se concentran en postergar el parto para darle al bebé más tiempo para crecer.

La preclampsia es la principal causa de daño y mortalidad materno-infantil. Afecta desde el 6% al 8% de las mujeres y causa el 40% de los partos prematuros. A pesar de su frecuencia y gravedad, todavía no hay una cura comprobada, por lo que el tratamiento se enfoca en el alivio de los síntomas para evitar el nacimiento prematuro. Sin embargo, las cesáreas tempranas son, en muchas ocasiones, inevitables.

Este mal se desarrolla en la segunda mitad de la gestación, y la mayoría de las veces afecta a madres primerizas o a mujeres con embarazos múltiples, diabetes, hipertensión crónica, problemas renales o reumatológicos. Otros factores de riesgo incluyen los antecedentes familiares (que la madre haya sufrido preclampsia) y ser mayor de 35 años. Algunos de los síntomas más característicos son el aumento en la tensión arterial, edema en la cara, manos y pies, y la presencia de proteínas en la orina.

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Se detecta mediante la toma periódica de la tensión arterial y la observación de síntomas como hinchazón, convulsiones y dolores de cabeza. Se confirma por medio de análisis de sangre y orina, ya que esta condición altera la concentración de ciertos metabolitos y componentes de los fluidos corporales.

Los cambios en la presión pueden surgir cuando ya es demasiado tarde. Por lo tanto, las investigaciones apuntan a descubrir nuevos métodos de diagnóstico temprano. A principios de este año, los científicos del Centro Médico Beth Israel Deaconess descubrieron que la preclampsia estaba ligada a la concentración en orina de una proteína cuyos niveles bajos indicarían un alto riesgo de contraer la enfermedad.

En circunstancias normales, el feto envía señales que promueven el crecimiento y expansión de los vasos sanguíneos de la placenta, asegurando de esta manera la provisión de oxígeno y nutrientes. Cuando falla algo en este proceso, la sangre no fluye normalmente entre la madre y su bebé. Una de las proteínas responsables del problema sería el factor de crecimiento de la placenta (PIGF). Con una simple prueba de orina se podría identificar a las mujeres con posibilidades de padecer este mal y tomar las medidas preventivas necesarias.

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Con respecto a la prevención, se recomienda que las mujeres con riesgo de sufrir preclampsia consuman las vitaminas antioxidantes C y E.

También se realizaron estudios donde se sugiere que la ingestión de aspirinas previene el desarrollo de esta enfermedad, disminuye los síntomas cuando se desencadena y no afecta la salud del niño. Otros dos nutrientes que actúan en el mismo sentido son el calcio y el ácido linoleico.

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Por su gravedad e incidencia, la preclampsia está en el centro de muchas investigaciones destinadas a prevenir y curar los problemas del embarazo.

Por lo tanto, es posible que en un futuro próximo los resultados ayuden a disminuir las muertes y a desarrollar un embarazo seguro.