Para que los productos que elaboran las industrias tengan aceptación en los mercados y satisfagan las necesidades de los usuarios, las materias primas, los insumos y procesos de elaboración, se someten en la actualidad a un control de calidad que garantiza la inversión de capitales para la obtención de beneficios.

Un proceso parecido se debería practicar con la clase política de nuestro malaventurado país, para realizar una verdadera tamización de aquellos que logran escalar posiciones en los estamentos del poder público, llámense Ejecutivo, Legislativo, Judicial y los órganos de control del gobierno.

Lograríamos desvelar los “milagros” de muchos que ahora son figuras y a lo mejor falsificaron sus títulos o los alcanzaron a viva fuerza, anduvieron por los techos pero ahora son honrables y han hecho millones de dólares sin trabajar, o viven cómodamente prófugos y mandan a sus súbditos que cumplan de rodillas la voluntad de su regalada gana.

Publicidad

Parece que la gente honrada estamos conformando la clase de tontos inútiles, en tanto que los pillos y sinvergüenzas son los inteligentes,  hábiles financistas. Ya es tiempo de que en Ecuador, campeón de la corrupción, alguien inicie un movimiento de control de calidad humana.

Guillermo Flores Rodríguez
Guayaquil