La velocidad con que ocurren los adelantos tecnológicos está produciendo situaciones fuera de lo común en la administración económica y financiera de las empresas.

Las empresas tienen dos circunstancias: una, es que tienen inversión en activos fijos, y la otra es que, a pesar de tenerla en tales activos que son la fuente de su producción (manufactura, servicios, etcétera) el rendimiento de dicha inversión no es lo suficientemente productivo porque afecta a los costos de producción y, por consecuencia, a la competitividad del negocio.

El empresario tiene que tomar una decisión de múltiple consideración: de mercado (¿aceptará el mercado la nueva tecnología?); económica (¿vale la pena la inversión de acuerdo con el desarrollo presente y el futuro de la economía del contexto?); ¿existen las fuentes financieras internas y externas para conseguir los fondos para el cambio o adquisición?

La decisión cualitativa incide en gran medida; la cual, para tomarla, hay que considerar diversos factores: 1) necesidad del cambio de tecnología; 2) costo y rentabilidad comparativos entre la tecnología actual y la que se proyecta adquirir; 3) flujo de caja comparativo y afectación al capital de trabajo (aumento de ventas y/o cuentas por cobrar); 4) obsolescencia y depreciación durante la transición; 5) costo del cambio (nuevas instalaciones, destrucciones de infraestructura, necesidad de técnicos, etcétera); y 6) costo del financiamiento, con dinero inmediato. Es posible que también se demande inversión en repuestos o en stock de materia prima.

El costo de la depreciación de la nueva tecnología es importante; es posible que el equipo o servicio que se intente adquirir demande un alto costo del factor indicado. Téngase presente que no obstante que la depreciación es técnica y tributariamente obligatoria, es un gasto y, por consecuencia, reduce las utilidades.
El hecho de que todo el activo fijo se deprecie o amortice en porcentajes fijos no tiene mayor sustento, por lo cual se impone un exigente cuidado en el análisis financiero. De otro canto, la depreciación, que podría ser de una inversión en situación de deuda, demandaría conocer sus efectos en el uso y disposición de fondos...

La depreciación por causas tecnológicas tiene aspectos técnicos; no todos los activos pueden ser depreciados a igual porcentaje. Pero no hay que ignorar el concepto básico que depreciación más baja presenta utilidades más altas, y la depreciación acelerada rebaja el impuesto a la renta y otros factores derivados.

¿Hasta dónde una nueva tecnología servirá para impulsar el crecimiento de la empresa? Como he indicado antes, una nueva tecnología puede inutilizar o dejar obsoletos equipos que aún funcionan pero que demandan costos de mantenimiento, dan resultados incompletos o tardíos, o tienen que ser atendidos por varios empleados en razón de procesos ya superados técnicamente. (Caso muy común en hospitales, en que los mismos profesionales rehúsan trabajar con equipos que ellos consideran no precisos. El sector indicado está siendo muy beneficiado con los adelantos tecnológicos, pero en paralelo, aumenta la necesidad de inversión, financiamiento y recuperación). La obsolescencia es, además, una constante.