Estafa: delito que tiene el lucro como fin y el engaño (o abuso de confianza) como medio. Cuando un tendero me vende un saco de 50 kilos diciéndome que son papas, pero luego, al llegar a casa, descubro que más de la mitad son piedras, tengo derecho a demandarlo. Pero cuando un canal de televisión hace exactamente lo mismo, no existe ninguna instancia de reclamo a la que podamos recurrir como consumidores. La televisión goza de impunidad, por eso nos embauca a diario. Lo digo porque precisamente la otra noche me sentí  tomado del pelo  por TC Televisión.

Según los cuadros de programación que difunde ese canal y los avances que transmite durante toda la semana, se supone que el programa ‘Archivos del destino’ empiece a las 21h45 y tenga una duración de 45 minutos. Digamos 30, descontando la tercera parte para publicidad, cuota que todo televidente está dispuesto a pagar, mal que le pese. Eso promete TC Televisión.

Pero al abrir el saco de papas, encontramos piedras. ¿Saben qué duración, excluida publicidad, tuvo el capítulo de esta semana de Archivos del destino? No me lo van a creer: 11 minutos. 10 con 40, para ser exactos. ¿El resto? Publicidad. Ni Gamavisión en los peores tiempos de Betty, la fea llegó a tanto. ¿O sí?

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Este lunes, Archivos del destino comenzó a eso de las 22h00. El programa estuvo dividido en tres bloques de entre  3 y 4 minutos, intercalados entre tres cortes comerciales de 6 minutos cada uno. Como vemos, mientras la mayoría de los televidentes aspira a espacios de programación continua, sin cortes comerciales, TC parece trabajar exactamente en la dirección opuesta: hacia la consolidación de espacios de publicidad continua, sin cortes de programación. O, digamos, con los mínimos indispensables para que el televidente crea estar viendo un programa.