La ex candidata presidencial Ingrid Betancourt llegó este miércoles a su tercer año como rehén de las FARC, en medio del pesimismo por la lejanía de un canje humanitario y el debate desatado por la atención que la comunidad internacional da a su caso, cuando en Colombia hay más de 3.000 secuestrados.
 
Considerada símbolo del secuestro en Colombia, Betancourt, de 43 años y  quien también ostenta la nacionalidad francesa, era objeto este miércoles de  una intensa solidaridad con actos especiales en Bogotá, París, y en ciudades de  Brasil, Bélgica y otros países.
 
Una misa en la catedral de Bogotá cerró la jornada iniciada el fin de  semana con un clamor general: una pronta negociación entre el gobierno de  Alvaro Uribe y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) de un  canje de 63 rehenes -entre ellos Betancourt- por rebeldes presos, que la  guerrilla exige sean 500.
 
"Le suplico al presidente que no sea insensible e intolerante, que acepte  negociar cara a cara el acuerdo humanitario. ¿Por qué esa indiferencia, no sólo  es Ingrid sino por todos los secuestrados?", dijo la madre de Betancourt,  Yolanda Pulecio, en declaraciones a la AFP.
 
En dos años y medio de gobierno de Uribe han surgido ofertas de lado y lado  para hacer el pacto, pero con posturas radicales que no permiten avances, y,  peor aún, se complicó con el envío a Estados Unidos el 31 de diciembre del jefe  rebelde Simón Trinidad , cuya permanencia en el país el mandatario condicionó  a la entrega de los 63 rehenes.
 
Desde que fue secuestrada el 23 de febrero de 2002 junto a su asesora Clara  Rojas en el sur de Colombia, Betancourt, de 43 años y quien también tiene la  nacionalidad francesa, es objeto de enormes adhesiones en Europa, sobre todo en  Francia.
 
Este miércoles el presidente Jacques Chirac le dirigió a la familia de  Betancourt una carta en que expresó su sentimiento de solidaridad, reveló este  miércoles el gobierno francés.
 
Amigo personal de la dirigente política, el ministro del Interior,  Dominique de Villepin, también se pronunció: "Veo pasar cada día con mucha  tristeza. ¿Por qué tantos meses, días, años? No me resigno a esa fatalidad".
 
Precisamente Francia es el centro de una controversia que surgió luego de  que versiones de prensa señalaron que París hacía negociaciones secretas por la  liberación de Betancourt, a través del jefe de las FARC, Rodrigo Granda,  capturado en Caracas en diciembre.
 
"Hemos trabajado mucho para que intervinieran las Naciones Unidas, para que  países mediadores como Suiza pudieran en relación con nosotros tratar de  progresar en esta vía, para crear un vínculo entre el gobierno colombiano y las  FARC", dijo Villepin, sin referirse a la versión de prensa.
 
Pero el martes, en un comunicado, el gobierno de Francia insistió en la  necesidad de ser discretos en los casos de rehenes, como el de Betancourt;  mientras que el alto comisionado de paz, Luis Carlos Restrepo, negó que Granda  hubiese estado gestionando la liberación.
 
"A nadie le hemos entorpecido el derecho a que facilite. No se puede decir  que se entorpece el derecho a facilitar porque se captura a un delincuente que  puede ser el facilitador de la liberación de Ingrid Betancourt", reaccionó  este miércoles Uribe.
 
El mandatario fustigó también la presión que cae sobre el gobierno  colombiano para que acepte un acuerdo de intercambio, en los términos de los  insurgentes.
 
El malestar de Bogotá también se manifestó en París. Al fustigar lo que  llamó una "campaña de desinformación" en Francia en torno al caso, el embajador  de Colombia, Miguel Gómez cuestionó: "¿Una vez liberada Ingrid la opinión  pública francesa seguirá movilizada en favor de los secuestrados colombianos?.
 
"Es deplorable y aberrante que el mundo, sobre todo Francia, levante la  bandera por la liberación de Ingrid y no por los miles de secuestrados que hay  en Colombia", dijo a la AFP Gustavo Muñoz, presidente de una fundación que  representa a los plagiados con fines extorsivos.
 
No obstante, el caso de Betancourt, de quien las FARC sólo han difundido  dos videos como pruebas de supervivencia -el último el 31 de agosto de 2003-,  puso en el plano internacional el drama del secuestro en Colombia, donde  existen más de 3.000 personas actualmente en cautiverio.