El fundador del movimiento católico Comunión y Liberación, Luigi Giussani, falleció esta madrugada a los 82 años en su vivienda de Milán, a causa de una insuficiencia circulatoria y renal tras una pulmonía, informó su organización.
 
"Don Giussani", como se le conocía en Italia, murió a las 03h10 hora local (02h10 GMT) después de que su estado empeorara en los últimos días, señala un comunicado de Comunión y Liberación, que precisa que el funeral del sacerdote tendrá lugar el próximo jueves en el Duomo (Catedral) de Milán.
 
Considerado uno de los principales exponentes del catolicismo italiano contemporáneo, Luigi Giussani nació en la localidad milanesa de Desio el 15 de octubre de 1922.
 
A los diez años ingresó en el seminario y posteriormente realizó sus estudios en la facultad de teología de Venegono, donde posteriormente ejercería varios años como profesor.
 
Su obra "El sentido religioso", escrita en 1957 -cuando era profesor de religión en el liceo milanés Giovanni Berchet- fue tomada como texto teórico de referencia para difundir el Evangelio por los jóvenes estudiantes de un grupo llamado Juventud Estudiantil, el núcleo del que sería Comunión y Liberación.
 
Fue al regreso de una estancia de seis meses en Estados Unidos cuando, a finales de 1968 y principios de 1969, Don Giussani lanzó el nuevo movimiento católico laico, con el respaldo de la Universidad Católica de Milán.
 
El objetivo del grupo era, según su propia definición, una educación cristiana madurada por sus miembros y colaborar con la misión de la Iglesia en todos los ámbitos de la sociedad.
 
En 1977 el Papa Pablo VI recibió por primera vez a una delegación del movimiento católico, pero no fue hasta 1982, con el actual pontificado de Juan Pablo II, cuando el Consejo Pontificio para los Laicos reconoció la Fraternidad de Comunión y Liberación.
 
Actualmente, la organización está en 75 países de todo el mundo.
 
Numerosas personalidades han mostrado su pesar por la muerte de Giussani, entre ellas el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, que destacó "los sentimientos absolutamente profundos" que movían al sacerdote y su "voluntad siempre dirigida a alcanzar el bien".
 
También el ex primer ministro y senador Giulio Andreotti, amigo del fallecido, destacó la "enorme huella" que dejó Giussani: "tuvo el mérito de contribuir a rescatar a los católicos en un momento en el que se había desencadenado una auténtica agresividad contra ellos".