La contaminación de los animales constituye una amenaza para los pueblos indígenas que cuentan con estas especies para alimentarse, explica.
Por ejemplo, afecta a los sistemas inmunológico, hormonal y reproductivo de los osos polares, así como a peces, focas y ballenas.
Los principales contaminantes son los pesticidas prohibidos, como el DDT, las sustancias contra incendios utilizadas en los muebles y el material informático.
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Llegan al Polo Norte a través de las corrientes marinas o el aire y quedan almacenados en los bloques de hielo, alcanzando concentraciones químicas superiores a las de los países de origen. Luego pasan lentamente a los océanos, a veces varios años después.
Los animales de la región son muy vulnerables debido a la espesa capa de grasa que envuelve sus cuerpos, afirma WWF, añadiendo que ya se pueden medir los efectos de esta polución en otras zonas.
Los pájaros, peces, focas y sedimentos oceánicos que se encuentran cerca de Gran Bretaña tienen residuos procedentes de parafinas cloradas o productos utilizados para las pinturas, pegamentos, el cuero o el caucho.
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