La labor se centra en la asistencia y,  en casos de emergencia, recurre a la ayuda de organizaciones.

La situación de los inmigrantes debe despertar la solidaridad de todos, reflexionó el cardenal Esthefen Fumio-Hamao, presidente del Pontificio Consejo para las Migraciones del Vaticano, quien participó en el panel ‘Migración y medios de comunicación’, realizado  en la Fundación EL UNIVERSO el miércoles pasado.

Fumio-Hamao hizo el comentario al señalar que los inmigrantes contribuyen con las remesas no solo al país de origen, sino también en el desarrollo económico del país de destino, en medio de sufrimiento que significa el desarraigo de su entorno familiar.

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El inmigrante fuera de su hogar es mirado con recelo, incluso considerado un peligro, y objeto de la intolerancia y xenofobia, dijo el religioso.

El cardenal Fumio-Hamao, de origen japonés, nacido en Tokio en 1930 y nombrado arzobispo de su ciudad por el papa Paulo VI en 1970, desde 1998 está al frente del Consejo Pastoral de Migración por pedido de Juan Pablo II.

Dijo estar sorprendido de que “hayan emigrado tantos ecuatorianos, principalmente a los Estados Unidos y España por trabajo desde un país pequeño y de la cantidad de inmigrantes que ingresan de Colombia y Perú”.

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“Debemos velar por sus derechos”, refirió al indicar que se hace necesario interesarse mucho más por la temática social de la migración.

La Iglesia se preocupa por el fenómeno y su apoyo va a ser más significativo, para una mejor convivencia y para crear la unidad de la diversidad, como un primer paso para crear la paz y superar problemas como el racismo y la xenofobia”, afirmó.

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Trabajo voluntario
El Consejo de Migraciones del Vaticano no cuenta con financiamiento económico para su labor en favor de inmigrantes, refugiados y asilados, por ello su labor se limita a la asistencia, consulta y orientación a inmigrantes, a través de la Pastoral Social.

En casos de emergencia por tragedias, se recurre a conseguir recursos de organizaciones como Cáritas, expresó Fumio-Hamao. 

Monseñor Antonio Arregui, arzobispo de Guayaquil, quien junto a la Pastoral Social y la Red Eucarística por los Migrantes trabajan en actividades de asistencia a  familiares de ecuatorianos en el exterior y sus hijos, añadió la necesidad del compromiso común para sobrellevar el fenómeno.

MIGRANTES

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CRIMINALIZACIÓN
El inmigrante es criminalizado como delincuente y peligroso, cuando se lo relaciona con delitos o crímenes provocados por uno de sus compatriotas. Lo bueno casi nunca se difunde, según el periodista español José Martí.

MARGINACIÓN
El rechazo a la masiva inmigración obliga a los indocumentados, entre ellos ecuatorianos, a ubicarse en barrios marginales, donde se concentran sus compatriotas.

INTEGRACIÓN
Entre los extranjeros son pocos quienes buscan mezclarse entre la sociedad, incluso con latinoamericanos. La automarginación se refleja en el uso de parques y bares específicos como puntos de concentración.

PROGRAMAS
En municipios españoles las autoridades emprendieron programas para lograr la  integración entre las comunidades de inmigrantes  con los nativos.