Un contrabando de 60 kilos de cocaína destinado a España, que se realizó a través de una línea aérea privada sin ser detectado por los controles del aeropuerto internacional de Ezeiza, colocó ayer en delicada posición a la Fuerza Aérea argentina, encargada de la seguridad en esa terminal aérea.

El desencadenante del escándalo fue la aparición, en septiembre del año pasado, de cuatro valijas que llegaron al aeropuerto de Barajas, en Madrid, en un avión de la empresa privada Southern Winds. Walter Beltrame, empleado de esa aerolínea que estaba prófugo por este caso, se entregó ayer.