En la mesa de autopsias un cadáver de sexo masculino presenta una herida cortopunzante de 9 centímetros de extensión a la altura del área cardiaca.

El hombre había muerto luego de una acalorada discusión con un amigo.

Eso pudo ser producto de un evento aislado, imprevisto, impensando.

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El autor de ese delito, de ser encontrado culpable, debe ser reprimido con reclusión mayor por una autoridad competente.

Algunas veces aparecen en la sociedad sujetos como Gilbert Chamba Jaramillo, autor confeso de ocho asesinatos, quien relata fríamente sin conmoverse cómo mata, y viola a sus víctimas aún después de muertas.

Estamos ante un caso de psicópata con trastorno de personalidad antisocial, que se manifiesta contra todas las leyes; aparentemente se maneja dentro de un marco establecido, pero tiene sus propias reglas amorales, sin remordimientos, sin arrepentimientos, aunque pueda fingirlo.

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Es una especie de tipo que siente placer morboso o anormal, calculador, manipulador; no ríe, no llora, no demuestra emociones.

Los especialistas dicen que gente así no es recuperable.

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Pero ese sujeto se benefició de un sistema penitenciario benigno y llegó a cumplir solo 8 años de los 16 a los que estaba condenado, pudo borrar sus antecedentes penales de acuerdo a lo que contempla el reglamento de la Policía Judicial ecuatoriana, viajar a España y asesinar a una joven estudiante de Derecho.

No estoy de acuerdo. Un criminal de esta categoría no puede gozar de ninguna garantía. Debió cumplir en su totalidad la pena impuesta.

Este delincuente, y muchos otros, no deberían borrar jamás su historia criminal.

El Estado debe negar el pasaporte a hombres como este, y de no hacerlo, informar a las autoridades del país anfitrión, su archivo criminal de manera que estas puedan tomar una decisión: negar el ingreso o aceptar la responsabilidad de acogerlo.

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Hay que crear un departamento que vigile las acciones de estos sujetos cuando estén en libertad, los cuales deberían presentarse ante una autoridad cada ciertos días, para dar a conocer sus datos de residencia, trabajo, estudios, pues deben cooperar y tener reglas. Tampoco deben viajar libremente por el país sin un permiso especial, ni trabajar en lugares como colegios y escuelas.

El ciudadano común debería tener acceso a esta información; aun así habrá el riesgo de que haya un criminal libre en la comunidad.

Tnt. de Policía GIR
Enrique Villamar
Guayaquil