Desde que se estableció el carácter de “vitalicios” para los ex ministros de la Corte Suprema de Justicia, y estos a su vez por decreto resolvieron que sus súbditos continuarán indefinidamente en sus funciones siempre que sean honestos, probos y sobre todo “obedientes” a sus superiores; se instituyó una monarquía judicial con una cadena de mando, de modo que el que era víctima de una injusticia debía vivir y morir con ella.

En lo único que se destacaron es en el fijar “elevadas tasas judiciales”, que en su mayoría fluctúan en los $ 50 (trámites de jurisdicción voluntaria, divorcios contenciosos...). La justicia se convirtió en inalcanzable para los pobres.

Con esas elevadas tasas se adjudicaron magníficos sueldos y beneficios  sociales para castas reinantes, mientras se descuidó ostensiblemente el mantenimiento de muchos edificios que, como el de la Corte Superior de Justicia de Guayaquil permaneció largo tiempo sin servicio completo de ascensores y sin ventilación para comodidad de los usuarios.

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Recientemente se cambiaron los ascensores por otros muy inferiores, haciendo gastos innecesarios. Corresponde a la nueva Corte Suprema de Justicia, cambiar viejos esquemas de injusticias para los pobres y de explotación, por medio de elevadas tasas judiciales, que afectan a los abogados.

Dr. Alberto Avellán Zerega
Guayaquil