Una llamada les devolvió la esperanza a Juan Carlos Bravo y Katty Ibarra, los padres de Juan Carlitos, el menor que el lunes fue sometido a un trasplante de hígado para superar su cirrosis.

Eran las 03h30 del domingo 13 de febrero cuando el teléfono empezó a sonar en la casa Ronald Mc Donals de Buenos Aires, un albergue para extranjeros en el que se hospedan las tres familias ecuatorianas que viajaron a fin de operar a Juan Carlitos, Héctor Alvarado y Daniel Ortega.

“Nos dijeron que había un operativo de emergencia –ellos lo llaman así–, que había un hígado en un lugar un poco distante de Buenos Aires y que el equipo de trasplantes del hospital se iba a trasladar allá para sacarlo y traerlo”, detalla Juan Carlos en un e-mail, enviado a las 18h45 del lunes.

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El niño sería uno de los beneficiarios para recibirlo y ellos debían presentarse en una hora en el área de pediatría del hospital Italiano. “Llegamos allí y nos dijeron que esperáramos que llegaran los cirujanos con el órgano”.

El 20% del hígado era para Juan Carlitos y el 80% para una señora que estaba en lista de espera en el hospital.

A las 13h30, hora de allá, empezó la cirugía, que duró cinco horas. A las 18h30 el cirujano salió del quirófano para informarles que todo había resultado bien y que el hígado empezaba a trabajar de a poco.

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Sin embargo, el órgano aún no funciona del todo bien y existe la posibilidad de que, si sigue trabajando lentamente, sea operado de nuevo. Así lo informó Pepita de Zevallos, presidenta de la fundación María Gracia (que emprendió una campaña social para reunir los fondos para la cirugía), tras un diálogo telefónico con el médico Daniel D’Agostino, quien intervino al menor.

“Según el doctor a veces ocurre eso con ciertos órganos, pero si no empieza a funcionar del todo ya lo incluyeron en la lista de emergencia para conseguir un donante en 24 o 48 horas”, indicó.

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Juan Carlitos está en terapia intensiva desde la cirugía y permanece conectado a equipos médicos.