Cerca de 50.000 personas rindieron este domingo un homenaje silencioso a las personas que murieron en los bombardeos del 13 de febrero de 1945 y protestaron a la vez contra el intento de instrumentalizar la tragedia que hicieron los neonazis.
 
Varios grupos de extrema derecha habían participado a partir del mediodía en una marcha, con asistencia de unas 5.000 personas, en la que varios oradores  dieron rienda suelta a sus ataques contra "el terrorismo anglosajón", "el primer criminal de guerra de todos los tiempos que es Winston Churchill" o los líderes de los partidos establecidos por su presunta traición a Alemania.
 
Otra manifestación posterior, prácticamente en el mismo lugar en donde había empezado la marcha neonazi -en las cercanías de la Opera Semper- no fue, en cambio, un despliegue retórico sino un acto sereno y reflexivo en el que se encendieron miles de velas para recordar a las víctimas de los bombardeos.
 
En otra parte de la ciudad, en la Frauenkirche, cuya destrucción en 1945 se convirtió en uno de los símbolos del dolor de Dresde, se celebró un servicio religioso y más tarde el capellán de una iglesia de Conventry, ciudad británica duramente afectada por los bombardeos aliados, hizo entrega de una corona de espinas como signo de la reconciliación entre los dos países.
 
"Entiendo quienes piensan que los pilotos que bombardearon Dresde hicieron algo injustificado, pero no lo pueden comparar con el Holocausto", dijo el capellán de Conventry, John Irving, al margen de los actos y respondiendo indirectamente a quienes sucumben al encanto de ciertas consignas neonazis.
 
Mientras la ultraderecha tiñó el aniversario de revanchismo, en las conmemoraciones oficiales hubo un esfuerzo con mezclar el homenaje a los muertos con el reconocimiento de que Alemania fue la que originó todos los horrores de la guerra.
 
Asímismo, desde días atrás, y un mensaje enviado hoy a Dresde por el canciller Gerhard Schroeder, se pidió que no se cayera en la tentación de comparar el Holocausto con los bombardeos.
 
Eso era precisamente lo que venían haciendo los partidos de extrema derecha desde hacía semanas y lo que prosiguieron hoy con consignas que hablaban del "Holocausto de las bombas" o de la "singularidad de Dresde".
 
Con esta última expresión, le dan vuelta a la idea de la "singularidad de Ausschwitz" que se utiliza con frecuencia en Alemania para explicar que los crímenes de los nazis contra los judíos no tienen comparación posible.
 
Los actos que han acompañado el aniversario han incluido también conversaciones con supervivientes de los bombardeos y, también, con los supervivientes de Ausschwitz.
 
Uno de estos últimos, Michael Vidlakova, al ser interrogada sobre si le parecían peligrosos los neonazis que se aprestaban a marchar por las calles de Dresde respondió que el verdadero peligro no viene "de los neonazis que gritan sino de la mayoría indiferente que calla".
 
Otra superviviente invitada, Ruth Krüger, que debía pronunciar una conferencia sobre el romanista judío Viktor Klemperer, prefirió cancelar su visita por no soportar la idea de miles de neonazis marchando por las calles.
 
Dresde, ciudad considerada como la Florencia del Elba, fue duramente bombardeada por aviones estadounidenses y británicos entre el 13 y el 14 de febrero de 1945 quedando en buena parte destruida.
 
Aún no hay claridad sobre el número de muertos. Los historiadores hablan de 35.000 pero una comisión investigadora reciente tiende a revisar esa cifra a la baja.
 
Los neonazis, en cambio, hablan de cientos de miles de muertos para preservar una leyenda creada por el Ministerio de Propaganda de Joseph Goebels que agregó un 0 a la cifra recogida en un informe policial de la época.