El secretario de Defensa de EE.UU. Donald Rumsfeld reafirmó este sábado en Múnich que el enemigo común es el de los extremistas, pues éstos amenazan las sociedades civilizadas del planeta: Washington y Nueva York, Estambul, Bali, Beslan y Madrid.
 
"Los radicales extremistas no persiguen un armisticio con el mundo civilizado, no negociarán una paz separada. Todo lo contrario, intentarán imponer el imperio totalitario", sostuvo Rumsfeld en su intervención ante la Conferencia de Seguridad de Múnich.
 
Rumsfeld constató que ninguna nación, por separado, puede vencer a los extremistas y ningún país puede por sí solo combatir con éxito las amenazas asimétricas de la nueva era.
 
"Para detener la proliferación de armas peligrosas será necesaria la cooperación de muchas naciones", dijo el jefe del Pentágono, que no mencionó grupos terroristas o países concretos que mantienen abierta esa "peligrosa carrera" armamentística.
 
Tampoco citó a Corea del Norte o a Irán al hablar en su discurso de proliferación nuclear, aunque reveló que en el año 2003 las autoridades alemanas, italianas, británicas y estadounidenses confiscaron equipos nucleares con destino a Trípoli.
 
Rumsfeld, que acudió a Múnich después de que la Fiscalía Federal alemana no le diera trámite a la querella que organizaciones de derechos humanos pusieran contra Rumsfeld por los abusos de los presos en Iraq y Guantánamo, pasó revista al operaciones en Afganistán e Iraq.
 
"La gente en Iraq rechaza la ideología de Osama bin Laden y de Zarqawi. La gente en Iraq quiere adentrarse en el camino de la democracia", aseguró Rumsfeld y agregó que muchos países de la OTAN están dispuestos a ayudar en la tarea que queda por hacer, a formar personal de las fuerzas de seguridad iraquíes.
 
Rumsfeld abogó en ese contexto por una mayor cooperación entre los aliados y un mayor protagonismo de la OTAN: "Si nos mantenemos unidos, nada es imposible", dijo.