Tras resistirse durante años, la reina Isabel II de Inglaterra ha aceptado a Camilla Parker Bowles como futura esposa de su hijo Carlos, heredero a la Corona, por las presiones de su marido, el duque de Edimburgo.

A sus 78 años, Isabel II, que ya ha soportado los divorcios de tres de sus hijos: el propio Carlos, el príncipe Andrés y la princesa Ana, no ha tenido más remedio que abrir la puerta a una divorciada como Camilla. Al parecer, la soberana sucumbió merced a la insistencia de su marido, según publicó ayer el Evening Standard.

De acuerdo con el vespertino londinense, la Reina fue convencida con el argumento de que resultaba “crucial” que Carlos se casara antes de acceder algún día al trono.

Publicidad

Con su visto bueno, Isabel II dio un giro, pues siempre se negó a dirigir la palabra a Camilla, convertida en “villana” pública luego de que la princesa Diana de Gales la culpara del fracaso de su matrimonio con Carlos. Y es que la Reina, jefa de Estado pero también cabeza de la Iglesia de Inglaterra, no acataba la relación de su hijo mayor como una mujer como Camilla, divorciada de un oficial de caballería llamado Andrew Parker Bowles.

También contribuyó a la renuencia de la monarca la trágica muerte en 1997 de Lady Di, querida por los británicos y enemiga de Camilla, que hizo caer la popularidad del reino por la fría reacción inicial al fallecimiento.

Tan larga fue la sombra de la pérdida de Diana que el heredero al trono y su ahora prometida no aparecieron juntos en público hasta 1999, cuando asistieron en una fiesta en el hotel Ritz de Londres.
Isabel II cedió a los deseos de su hijo y recibió por primera vez a Camilla en junio del 2000, en un almuerzo celebrado en Highgrove (oeste de Inglaterra), residencia campestre de Carlos.

Publicidad

En la pasada Navidad, la Reina mantuvo intensas conversaciones con su hijo mayor y fijaron la boda civil para el próximo 8 de abril, en el castillo de Windsor. Camilla obtendrá el título de Su Alteza Real la Duquesa de Cornualles.

Isabel II y el duque de Edimburgo se declararon “felices” por el enlace, sentimiento expresado también por los príncipes Guillermo y Enrique, hijos de Carlos.